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Pacto institucional con el PP en el kilómetro cero

Zapatero inaugura la Estación de Cercanías de Sol

ANA PARDO DE VERA

Que lo que han unido los trenes de Madrid no lo separen los aviones, por ejemplo [en referencia al Falcon del presidente]'. Esto concluyó ayer con sorna uno de los asistentes a la inauguración de la estación de Cercanías de la Puerta del Sol de Madrid, al acabar el acto en un vestíbulo del tamaño de un piso de nueve plantas tumbado.

'Colaboración institucional', 'gran capacidad de cooperación', 'lealtad y compromiso'... Fueron sólo algunas de las expresiones más repetidas en los discursos de las cuatro autoridades protagonistas: el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; el ministro de Fomento, JoséBlanco; la presidenta de la Comunidad de Madrid, EsperanzaAguirre, y el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón. Estos dos últimos, además, materializando el plantón que daban a Mariano Rajoy en la celebración del primer aniversario del Congreso Nacional de Valencia que le ratificara en el liderazgo del PP.

Entre tanta comunión institucional, apenas chirrió siquiera el leve reproche que Aguirre hizo al Gobierno central. La presidenta madrileña se quejó por la tardanza para que la estación fuera terminada y aseguró, con el tono amargo de quien recuerda sus enfrentamientos con la ex ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, que 'a muchos madrileños esta obra nos pareció interminable'.

'¿Interminable, dice?', murmuraba uno de los trabajadores de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), la empresa responsable de la obra. '¡Pero si para retirar una valla Gallardón tardaba tres meses en darnos la autorización...!', explicó a los que estaban sentados a su lado. Y así continuó durante un tiempo contando mil y una penalidades de los trabajadores con la Administración madrileña para concluir la obra.

El de Aguirre, sin embargo, fue el único atisbo de descontento y en pasado con una obra que se decidió construir en 2001, durante la etapa de Francisco Álvarez-Cascos como ministro de Fomento del PP. Incluso, también para él, Blanco tuvo palabras de agradecimiento por su iniciativa. Igual que para su antecesora, la hoy eurodiputada Álvarez.

El titular de Fomento, en su afán decidido por lograr la reconciliación, sobre todo, entre Zapatero y Aguirre, invocó, incluso, a su admirado Indalecio Prieto. El ex ministro de Obras Públicas, que impulsó el túnel Atocha-Chamartín el túnel de la risa, aconsejó en boca de Blanco a PSOE y PP que aíslen 'de los riesgos del vaivén político obras de esta naturaleza, cuya realización, uniendo todas las voluntades, juntándose todos los espíritus y sumándose todas las energías, nos harán acreedores de la gratitud de España, por haber cumplido un alto deber', leyó solemne el número dos socialista.

Aunque la verdad es que Blanco no necesitaba esforzarse mucho. Desde que llegaron a la nueva estación las cuatro autoridades, estrenando uno de los trenes, la imagen fue, sin duda, una de las más amables que nos ha dejado la actualidad política en estos tiempos.

Zapatero no cesó de hablar con Gallardón, ni Blanco con Aguirre y, aunque menos pero cada vez más, el presidente conversó con la presidenta y el alcalde con el ministro. El regidor, asimismo, charló con Aguirre y aun la agarró antes que nadie cuando esta a punto estuvo de caer al suelo al tropezar con unos cables.

Los discursos estaban cargados de compromisos de colaboración entre todos. Por el transporte de la capital, por el de la Comunidad y, en definitiva, por el progreso de España. Se fueron todos igual de felices; Zapatero en tren y los demás, por la puerta principal. '¿No van a descubrir una placa?', preguntó una invitada. 'No señora. El ministro no quiere. Sólo que conste lo de Gobierno de España', le contestaron en organización. 'Pues doña Esperanza pone todas con su nombre', riñó inexplicablemente la mujer.

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