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La palabra y el arte de hacer cine

SARA BRITO

Los gurús del guión repiten como un mantra que el cine son sólo imágenes. Ni caso. Corneliu Porombiu, diccionario rumano mediante, ha dirigido una película contra ese absurdo; paradójicamente, en Politist, adjectiv (Policía, adjetivo) apenas se habla.

Planos fijos para una investigación lenta, la de un policía al que su jefe presiona para que acuse de tráfico de drogas a unos adolescentes aficionados a los porros. El conflicto moral adquiere la forma, brillante e hilarante, de una discusión filológica, en el mejor plano secuencia del festival, donde el lenguaje funciona como una trampa dialéctica que destapa la miseria de una burocracia heredada de la dictadura socialista. La conciencia individual frente a una maquinaria tramposa: legalmente impecable pero injusta.

Pedro Costa, brillante

También la palabra protagoniza Ne change rien, la emocionante película de Pedro Costa estrenada en la Quincena de Realizadores. En sangrante blanco y negro digital, Costa retrata a la actriz Jeanne Balibar en su faceta de cantante. Cien minutos que son el contracampo de cualquier filmación ortodoxa de un grupo musical: Costa observa el proceso de creación y eleva a Balibar a la categoría de estatua romana.

Y para terminar, Humpday, de Lynn Shelton, cine americano independiente con las únicas herramientas de unos actores que sostienen una película basada en un envite verbal: el clásico '¿a que no hay huevos?' que lleva a dos amigos a protagonizar un filme porno gay. De las tres, oirán hablar.

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