Este artículo se publicó hace 16 años.
Pancracio Celdrán asegura que "el trepa está a cinco minutos del traidor"
Pancracio Celdrán, autor de "El gran libro de los insultos", cree que el más grave que se le puede decir a una persona es el de traidor, pero "a cinco minutos de él está el de trepa, porque tiene programada a tiempo determinado la traición".
"El trepa, ese sujeto ambicioso y calculador que todo lo sacrifica a la idea obsesiva de subir en el escalafón, es una de las criaturas más insultables. Pero nada es tan despreciable como el traidor, que no es fiel a los suyos tras haberles jurado fidelidad", afirma Celdrán en la entrevista que concede a Efe con motivo de la publicación de este libro, en el que da amplia información sobre unos diez mis insultos.
Experto en Historia y Literatura Medieval, Celdrán echa en falta que "la palabra 'traidor' no salte a la palestra más a menudo, porque es cada día de mayor aplicación", pero la corrección política "ha afectado de tal forma al lenguaje que ya no se sabe si alguien está bailándole el agua a uno o está despotricando contra él".
Modestia aparte, Celdrán, que ha sido profesor en las universidades estadounidenses de Florida y California y en las israelíes de Haifa y Beer-Sheva, entre otras, asegura que de insultos es de los españoles que más sabe, y no sólo en castellano y en valenciano, su lengua de la infancia, sino en inglés, hebreo y árabe. "El insulto, si hace honor a la persona, se convierte en una especie de descripción espiritual, de psicografía".
Improperiar es tarea fácil y no suele tener consecuencias, pero en la Edad Media no salía gratis. En el fuero de Zorita de los Canes, de la segunda mitad del siglo XII, se lee: "Todo aquel que a algún hombre llame 'cornudo, o jodido o hijo de jodido', pague dos maravedís", comenta Celdrán, colaborador desde hace años del programa de Radio Nacional de España "No es un día cualquiera", dirigido por Pepa Fernández.
El lector de "El gran libro de los insultos" encontrará jugosas citas de escritores de todas las épocas, entre ellos de Berceo, Fernando de Rojas, Lope de Rueda, Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Vargas Llosa, Cela...
Pero, según Celdrán, es Quevedo quien se lleva la palma a la hora de emplear insultos y de inventarlos. A él se debe el "tonto del ojo moreno", claro sinónimo de tonto del culo, comenta Celdrán.
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