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El Papa pide promover la convivencia entre etnias, culturas y religiones

EFE

El Papa ha pedido una "atención prioritaria" para los refugiados, prófugos, débiles, indefensos, marginados y víctimas de la esclavitud moderna, "como es la trata de seres humanos", y ha exhortado a promover en todo el mundo la convivencia pacífica entre etnias, culturas y religiones.

Benedicto XVI hace esta petición en su Mensaje para la 95 Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado, que se celebrará el próximo 18 de enero, cuyo lema es "San Pablo emigrante, apóstol de los pueblos", y que fue presentado hoy por el cardenal Renato Martino, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes.

El Pontífice ha elegido la figura de San Pablo debido a que este año se conmemora el 2000 aniversario del nacimiento del Apóstol de los Gentiles, nacido en una familia judía de emigrantes, educado en la cultura judía y helenística, según precisó el Papa para resaltar el carácter emigrante de Saulo de Tarso.

El Obispo de Roma resaltó que Pablo, con sus viajes apostólicos, fue un "auténtico misionero de los emigrantes, emigrante él mismo y embajador itinerante de Jesucristo".

"También en la actual era de la globalización, la misión de todos los bautizados también se dirige al universo de los emigrantes -estudiantes fuera de su país, inmigrantes, refugiados, prófugos, desplazados- y las víctimas de las esclavitudes modernas, como es la trata de seres humanos", escribió el Papa.

Benedicto XVI agregó que hay que tener en cuenta las diferentes situaciones sociales y culturales, así como las dificultades de cada uno de los emigrantes e itinerantes.

El Papa Ratzinger exhortó a promover en todas las partes del mundo y con todos los medios posibles, la convivencia pacífica entre las diversas etnias, culturas y religiones.

El Pontífice subrayó que la Iglesia no es exclusiva, sino que está abierta a todos, formada por creyentes sin distinción de culturas y de raza, y que cuanto más unida está a Cristo la comunidad "tanto más solícita se muestra con el prójimo".

Por ello, precisó, "hay que hacerse cargo de las personas que se encuentran en penurias o en condiciones difíciles, especialmente entre los refugiados y los prófugos.

"¿Cómo no ayudar a quienes son más débiles e indefensos, marcados por la precariedad e inseguridad, marginados, a menudo excluidos de la sociedad? A ellos hay que prestar una atención prioritaria pues, parafraseando el texto de Pablo, 'Dios eligió lo necio del mundo para confundir a los sabios, y lo plebeyo y despreciable del mundo para que ningún mortal se jacte en la presencia de Dios'",escribió.

Al explicar el mensaje, el cardenal Martino dijo que el fenómeno migratorio en un mundo globalizado se ha vuelto "imparable" y que el problema no se resolverá "cerrando las fronteras" sino acogiendo "con justo reglamento, equilibrado y solidario", los flujos migratorios por parte de los estados.

El cardenal manifestó que el movimiento migratorio, favorecido por la globalización, ha adquirido dimensiones notables y que ya son 200 millones las personas que viven fuera de sus países de origen, "empujadas por la miseria, el hambre, la violencia, las guerras, las rivalidades étnicas y el deseo de encontrar una vida mejor".

Martino subrayó que esas personas se dirigen especialmente hacia las áreas más ricas del mundo "y ello explica por qué la inmigración se vive en esos países como una especie de invasión, con repercusiones negativas en temas de estabilidad y seguridad".

"Este clima de cierre hace aún más amargos y tristes los casos personales de muchos inmigrantes, empujándoles a otras condiciones de irregularidad, pero el problema no se resolverá cerrando las fronteras, sino acogiendo con justo reglamento, equilibrado y solidario los flujos migratorios por parte de los estados".

El Mensaje también fue presentado por el arzobispo Agostino Marchetto, secretario de ese dicasterio, que condenó el racismo, la xenofobia y el nacionalismo exasperado, y pidió a los estados que defiendan a todos los que huyen "debido a persecuciones" de sus países y a protegerlos con leyes de derecho internacional.

"Da la impresión, sin embargo, de que desde hace años los refugiados son tratados sin consideración de la razón que les obligó a huir y ello se traduce en impedir que entren en otros países y en medidas destinadas a hacer más difícil esa entrada", afirmó Marchetto.

El arzobispo denunció que esas medidas se caracterizan por "la erosión de los estándares humanitarios y la introducción de normas restrictivas, como la obligación de visados de ingreso, además de la publicación de listas de llamados 'países seguros'".

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