Este artículo se publicó hace 15 años.
El Papa, recibido por 120.000 fieles para una misa en Brno
Unos 120.000 creyentes se congregaron el domingo en un aeródromo para asistir a la misa oficiada por el Papa Benedicto XVI como parte de su visita con la intención de atraer a los checos y a otros laicos europeos a regresar a la Iglesia.
Ondeando banderas nacionales de varios países vecinos, el público escuchó al Pontífice instar a la gente congregada en la segunda mayor ciudad del país a mantener a Dios en sus vidas.
Muchos de los asistentes llegaron de las vecinas Polonia, Eslovaquia y Hungría para saludar al Papa en la República Checa, donde siglos de guerras religiosas y décadas de represión comunista la han convertido en uno de los principales países laicos del mundo.
"La Historia ha demostrado el absurdo al que el hombre desciende cuando excluye a Dios del horizonte de sus elecciones y acciones, y lo duro que es construir una sociedad inspirada en los valores de la benevolencia, justicia y fraternidad, porque el ser humano es libre y su libertad sigue siendo frágil", dijo el Papa.
La visita de tres días es su primer viaje al país centroeuropeo en 12 años y precede el 20º aniversario que se cumplirá en noviembre de la "Revolución de terciopelo" que acabó con décadas del totalitarismo comunista.
La Iglesia ha luchado de manera vacilante en una nación donde en torno un tercio de los 10,5 millones de residentes del país se identifican a sí mismos como católicos.
"Vuestro país, como otras naciones, está experimentando condiciones culturales que a menudo presentan un desafío radical a la fe y por tanto también a la esperanza", dijo el Papa.
A diferencia de la vecina Polonia, la mayoría de los líderes del antiguo estado checoslovaco que surgió tras la caída del Imperio austro-húngaro en 1918 fueron declaradamente laicos, más en sintonía con la tradición reformista del sacerdote medieval Jan Hus -- un hereje para la Iglesia Católica.
Las cuatro décadas de comunismo que empezaron en 1948 suprimieron la actividad religiosa, y el Gobierno cerró monasterios y encarceló a muchos religiosos y creyentes.
"Aunque no muchos de nosotros en la República Checa somos católicos, es importante demostrar nuestra fe", dijo Matous, un ciudadano de 27 años de Olomuc que estaba entre la multitud para saludar al Papa. "Queremos celebrar la misa con la cabeza de nuestra Iglesia".
Sin embargo, muchos residentes locales prefirieron aprovechar el buen tiempo y pasar el día en sus casas del campo.
Radek Jasek de Brno dijo que consideraba el acto como un gran festival o concierto que tuviera lugar en la ciudad.
"La gente parece disfrutar de ello así que como se de antemano que la autopista estará cortada puedo evitar las multitudes.
Benedicto XVI tendrá que celebrar otra misa el lunes en Stara Boleslav, al norte de Praga, donde el patrón checo, san Wenceslao, fue asesinado en el siglo X. El lunes es San Wenceslao, fiesta nacional en el país.
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