Este artículo se publicó hace 15 años.
"Pareces prima mía, me dice la gente"
La tonadillera postpunk celebra un cuarto de siglo de carrera con el álbum '25 años', grabado en directo en Barcelona
Acida, tierna y desaforada, Martirio apareció como un torbellino en los burbujeantes años 80. Con el disco 25 años, grabado en la Sala Luz de Gas de Barcelona en 2008, celebra las bodas de plata de su carrera artística. Sedienta de vivir y de aprender, Martirio impactó visualmente con las peinetas monumentales, las gafas de sol y los trajes de tonadillera hipermoderna. Larga vida hay en su copla. La bola de la vida y sus espejos.
25 años son...
Se notan, se notan Pero lo importante es que no se te quite la capacidad de curiosidad, de riesgo, las ganas de aprender, la ilusión, la vocación, el amor a la música Las cosas que pasan entremedio de esos veinticinco años nos hacen más sabios si eres capaz de ir saltando esos obstáculos que te echan abajo o con los que te vas hacia arriba. Yo no soy nada plana, soy una montaña rusa. La música siempre me lleva arriba.
Martirio llegó a Madrid entonces con unas maquetas. ¿Había algún presentimiento?
Hace veinticinco años estábamos tú y yo en tu casa haciendo aquella selección de coplas. Y yo hubiera firmado por estar como estoy hoy, por haber conocido los países que he conocido y haberme subido a un escenario con tanta gente que admiraba. Por haber tocado tantos palos, y por haber salido indemne de tantos palos que me han dado también.
¿Había alguna dirección?
Yo estaba poseída por una misión. Por una mezcla de reivindicar que se podía amar la tradición y la vanguardia, por unas ganas de decir las cosas a la cara. Era un poquito punki en ese momento. Nunca he sido una loca, pero siempre me ha gustado el vértigo y el riesgo. Una energía se apoderó de mí para hacer que en Madrid fuera más yo misma, que aquí saldrían cosas que estaban ocultas.
«Yo quería mezclar vanguardia y tradición. Era un poco punki»Eran los tiempos de la movida de los 80. ¿Cómo era aquello?
Había mucho arrojo por ser cada uno, distinto. Lo veías en la calle, como la gente se arreglaba, como cada uno se echaba su fantasía. Había mucha libertad, habíamos salido de un túnel y explotaba la libertad, el color y la falta de prejuicios a la hora de unir cosas en todas las artes. Había mucho desahogo. En aquel tiempo se premiaba la originalidad. Luego ha habido un camino hacia homogeneizar.
¿Cómo es Martirio en escena?
Mi hijo Raúl me dice que yo siempre hago versiones, incluso de mí misma. Paso mucho miedo y nunca sé lo que va salir. No llevo las cosas premeditadas, ni ensayadas frente al espejo. Intento no repetirme, ponerme limpia antes. Salgo a ver qué pasa con el boomerang del público. El escenario es un sitio mágico donde hay una catarsis en la que se ve todo. Intento estar a la altura de la ceremonia sagrada que para mi es la escena. Quiero llegar a la barriga, tocar los sentimientos, convertirme en espejo de los sentimientos del público.
Y la mujer está siempre presente en ese espejo.
Muchas mujeres, muy distintas. Y muchos hombres. Martirio es un personaje colectivo. Vine a Madrid con una maleta propia y mucha heterodoxia. Y siempre me he sentido voz de muchos.
«El escenario es mágico e intento estar a la altura de la ceremonia»El disco empieza con dos canciones de comienzo de carrera, compuestas con Kiko Veneno. ¿Cómo surgieron?
Eso se creó de una manera completamente erótica, sentados los dos en la mesa camilla de mi casa en Sevilla. Había un afán de mostrar una mujer autónoma, independiente, libre, con mucha profundidad y también con ironía, con muchas ganas de reírse. Abrimos la puerta y salió lo que estaba dentro. La copla estaba en mí porque me gusta desde pequeña. La copla era un magnífico tesoro y había que despojarla del sambenito que tenía.
¿Persiste el afán de veracidad?
Decir la verdad siempre es difícil, pero yo no sé hacerlo de otra manera. La edad te reposa, pero ahora yo canto un fandango en swing y me siento defendiendo el mundo propio de la mujer con la guasa de Compuesta y sin novio con la misma fuerza que cantaba Separada sin paga.
El disco se cierra con la explosión inicial de Estoy mala. ¿Algunas mujeres siguen necesitando una pastilla para ponerse a funcionar?
Claro que sí. La gente me hace los coros cuando la canto: "estoy mala, estoy mala" Todo el mundo tiene sus cosas. Y cuando vas siendo mayor, más. Lo de las patillas está vigente.
La sociedad se ha vuelto más abierta y dialogante con respecto a las mujeres. ¿Instituciones como la Iglesia también?
Yo no lo entiendo. Creo que si fueran más abiertos, habría muchos más socios. Yo soy cristiana y voy con mis santos por todos lados, pero no comprendo esa cerrazón. Me parece un contradiós que digan que no se pueden usar condones en África. Del aborto tienen que opinar las mujeres, y del condón los que lo usan. Si Cristo viniera, haría las cosas de otra manera. Estaría mucho más cerca de todo el que tiene el corazón limpio.
¿Hasta dónde llega la identificación en Ojos verdes?
Es la canción que más he cantado en mi vida. Me identifico con la historia, me identifico con mis ojos. Es un placer esa copla, se ha llevado muy bien al flamenco y al jazz. Creo que hay vitalidad en la copla. Como intérpretes, Serrat o Javier Rubial son copleros de verdad. Carlos Cano y yo fuimos los primeros en luchar por la copla en un mundo que la daba un poco de lado en aquellos años ochenta. Hicimos nuestra propia interpretación, sin copiar nada ni a nadie.
¿Cuántas vueltas tiene la copla Mi marío?
Le llamo la canción camaleón, porque expresando una actitud en la que la protagonista contribuye al machismo, aguantando a ese marido que la hace sufrir con una venda en los ojos como pintan a la fe. Por la propia inmensidad de la letra, si le das la vuelta, se convierte en una canción feminista, porque hasta el más retrógrado sonríe diciendo no es posible que esta señora llegue a estos extremos.
Al principio fue la copla y el rock, luego Martirio se ha arrimado al jazz, al bolero, al son, al tango Pero el flamenco siempre ha estado ahí. ¿Cómo ha evolucionado el público?
La gente ahora conoce mucha más música que antes. Tendrías que reencarnarte en varias vidas para escuchar todo lo que puedes meter en el iPod. La gente está mucho más preparada musicalmente. El público está más dispuesto a que le sorprendan, a que le cambien de registro y a aprender de lo que no sabe. La gente busca la complicidad. Muchas veces me dicen "parece que eres prima mía".
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