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París acusa el conflicto de Oriente Medio

Polémica en el Salón del Libro de la capital francesa por la invitación a los escritores israelíes, acusados de dejarse instrumentalizar por el Estado

ANDRÉS PÉREZ

El Salón del Libro de París, que abre hoy sus puertas con la literatura israelí como invitada de honor, se ha convertido en una sucursal de los conflictos que sacuden el Estado hebreo y su guerra a Palestina. Intelectuales israelíes han lanzado un llamamiento a boicotear la manifestación, en protesta por la instrumentalización de la cultura por el Estado, y varios países musulmanes también boicotean, en protesta por la agresión.


La inauguración de la cita fue efectuada ayer por el presidente israelí, Simon Peres, y por la ministra francesa de la Cultura, Christine Albanel. Hasta autores que prefieren no boicotear el salón, como Tahar Ben Jelloun, decidieron ausentarse de la ceremonia
inaugural que despierta duras críticas de organizaciones de editores de los países árabes y musulmanes.

Yiddish y árabe, excluidos

La algarabía empezó hace un mes. Benny Ziffer, israelí y prestigioso periodista, lanzó una petición en favor del boicoteo de la gran cita parisina. Ziffer, escritor y blogger, explicó sus razones en la web de ensayos francesa non-fiction.fr. Por un lado, la embajada israelí en Francia seleccionó sólo a escritores israelíes de lengua hebraica para la muestra, cuando el país cuenta con una importante literatura en yiddish, árabe, ruso e incluso francés e inglés. Por otro, excluyó a varias figuras incuestionables como el poeta Nathan Zach y obligó a los 39 autores invitados a firmar un contrato en el que se comprometen 'al propagandismo' de la 'causa israelí'.Según Ziffer -que no fue invitado como autor a una de las citas literarias más importantes- grandes escritores como Yehoshua Kenaz han sido excluidos, porque se negaron a firmar el contrato de propaganda, otros por no expresarse en lengua hebrea.


La imposición de la lengua hebraica ha sido un caballo de batalla de los movimientos nacionalistas del sionismo y, tras convertirse en lengua oficial de Israel en 1948, su hegemonía es cuestionada por los hablantes de árabe, yiddish y ruso.

A esa primera polémica se sumó, hace dos semanas, el llamamiento al boicot lanzado por la asociación de editores egipcios, que entregaron una carta de protesta al embajador francés en El Cairo estimando que no cabía honrar oficialmente las letras de un país 'agresor' de Palestina.Su oposición recibió inmediatamente el apoyo de Estados como Irán o Libia -animados por razones menos confesables- y de la Organización de la Conferencia Islámica.

El resultado es que varios países árabes, que no son conocidos precisamente por su defensa de la libertad de expresión, estarán ausentes del salón amparándose en la causa palestina. En el caso de Líbano esa ausencia 'desgraciadamente va a salir muy cara a los editores del país, que han invertido sumas considerables para promocionar a sus autores en el estratégico mercado francés', según el editor francés Bertil Scali. En medio de esa polémica, y pese al control estatal israelí sobre sus autores, el salón del libro no deja de ser una gran muestra pluralista. Uno de los libros presentados, que no carece de interés, disgustará a la embajada israelí: Crónicas de Gaza. Bajo las bombas, la vida, de la reportera gala Caroline Mangez.

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