Este artículo se publicó hace 17 años.
El paro en los transportes en Francia se convierte en el primer gran pulso entre Sarkozy y los sindicatos
El presidente francés Nicolas Sarkozy y su Gobierno hacen frente al primer gran pulso de su mandato con la convocatoria por los sindicatos de una huelga en varias empresas públicas de transporte y la energía que trasciende el valor de una simple movilización laboral.
A partir de las 20.00 horas de hoy (19.00 GMT) está convocado el paro en la empresa pública de ferrocarriles, la SNCF, y mañana se unirán la de transportes urbanos de París, la RATP, y las de las compañías de la energía Electricité de France y Gaz de France.
Hay pocas dudas sobre el éxito de la convocatoria en el importante sector de los transportes, ya que las mismas empresas han dado una previsión que anuncia una escasa actividad de sus servicios, con el agravante de que el paro puede ser renovado por las centrales cada veinticuatro horas, lo que crea incertidumbre en los usuarios.
No obstante, el paro en la SNCF tendrá poca incidencia hoy, según la empresa.
El primer paro, el 18 de octubre, ya fue seguido mayoritariamente y causó grandes problemas a quienes deseaban desplazarse a su trabajo.
El motivo de la protesta es la intención del Ejecutivo conservador de modificar el sistema especial para acceder a la pensión que tiene medio millón de asalariados de esas compañías, de manera que aumenten, de 37,5 a cuarenta años, el periodo de cotización que da derecho a una jubilación completa.
Aunque el segmento laboral afectado por ese cambio no es muy numeroso el caso se ha convertido en un símbolo del deseo de Sarkozy de aplicar una amplia política de reformas sociolaborales.
El propio presidente de la República ha ratificado hoy en Estrasburgo que llevará "hasta el final" sus reformas: "nada me desviará del objetivo. Esas reformas han sido aprobadas por los franceses" en las consultas electorales.
Su consejero político, Henri Guaino, ahonda hoy en el mensaje desde las páginas del diario progresista "Libération", donde afirma que "si no hacemos esta reforma es mejor parar, porque no haremos ninguna".
Los sindicatos están de acuerdo con esa visión y temen que una derrota en este punto abra la vía a otras modificaciones de más alcance y más dolorosas para los trabajadores.
Descontado el éxito de la huelga la duda está en cómo unos y otros afrontarán el día después, en especial por su imagen ante la opinión pública.
El Gobierno cuenta con el respaldo de las encuestas que sugieren que la huelga no es bien vista por los ciudadanos y con la posibilidad de que un paro prolongado cause exasperación y se vuelva contra las centrales.
Éstas apuestan por persuadir a los trabajadores de que la movilización es un dique contra futuros recortes de derechos laborales por parte del Gobierno.
El ministro de Trabajo, Xavier Bertrand, se reunirá en la tarde de hoy con el líder del principal sindicato francés, la CGT, Bernard Thibault, en un último intento de buscar un consenso, aunque hay diferencia de fondo desde el momento en el que Gobierno quiere que las negociaciones se lleven a cabo entre empresarios y sindicalistas y éstos quieren que participe también el Ejecutivo.
Con su iniciativa los sindicatos se han convertido en la verdadera fuerza de oposición a Sarkozy y su Gabinete, ante la parálisis de las fuerzas parlamentarias de izquierda, uno de cuyos líderes, François Hollande, pidió hoy al Gobierno que busque el acuerdo y no el reto.
Aunque convencido de sacar adelante su política, Sarkozy tiene otros frentes abiertos, ya que los sindicatos de funcionarios han convocado un paro para el 20 de noviembre, los tribunales otro el 29 y los estudiantes se movilizan desde hace días contra la ley de autonomía universitaria aprobada hace tres meses.
Todo ello en un contexto en el que los opositores a Sarkozy recuerdan, para desacreditarlo, que se acaba de aprobar un incremento de su salario que triplica el actual y que en la reforma fiscal de hace unos meses hubo medidas favorables a las rentas más altas.
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