Este artículo se publicó hace 15 años.
El parque temático de la fiesta
Hay que ser muy incauto para buscar el descanso en un sitio como Sant Antoni de Portmany, en el oeste de la isla de Ibiza
Hay que ser muy incauto para buscar el descanso en un sitio como Sant Antoni de Portmany, en el oeste de la isla de Ibiza. Cada tarde el pueblo registra un atasco kilométrico en su entrada. Todos van a la zona del Café del Mar para ver sus célebres atardeceres. Pero más que eso parece que van a ver un eclipse que solo se repita cada 100 años y no cada tarde.
Es el punto de arranque para casi todos. Otros todavía aguantan despiertos desde la noche anterior. Aquí se toman las primeras cervezas y se decide la macrodiscoteca en la que se acabara la noche 10 horas después. Casi todos son ingleses e italianos. Como si de vampiros se tratara, se van excitando con la desaparición del sol. A las 20.58 la bola roja se oculta casi en su totalidad dando paso a los aplausos y los vítores. El primer botellón deja un rastro de porquería y hedor en la playa de rocas incómodas y afiladas. Otros tienen la fiesta en barcos a escasos metros de tierra. Todos compiten porque su música se escuche más alta que la del vecino.
"No es recomendable venir sediento. Una botella de agua, un artículo de lujo para los pastilleros, cuesta 10 euros"Los relaciones públicas de las discotecas se trabajan a la clientela a conciencia. La fiesta que más promete es la de Pacha: "F*** Me Im Famous (algo así como "F****me. Soy famoso"). Allí pincha esta noche el DJ francés David Guetta. Tras recoger el pase de descuento una chica comenta a su amiga: "Pues este es un famoso que yo me tiraría".
Como abejas en un panal, los fiesteros se refugian un rato en las terrazas de sus habitaciones. En las calles de San Antonio casi no se ven niños ni mayores. Un cuarteto de jubilados apura los últimos rayos de luz para acabar su partida de petanca. Mientras, seis británicos jalean cada lanzamiento como si de goles se tratara. Los abuelos están incómodos con el selecto público. En un local cercano dos jóvenes sin camiseta duermen sobre dos tablas de billar.
La mayoría de los británicos parece desconocer el uso adecuado de la protección solar. Lo mejorcito de cada casa de la Gran Bretaña ha decidido pasar el verano aquí. Muchos de ellos están horas más tarde en la discoteca Amnesia. A la entrada se suceden los incidentes. Una chica vomita con la ayuda de una compañera mientras dos jóvenes intentan que el taxista les devuelva el dinero que según ellos les ha estafado. Aparece un policía de paisano. Dicen haber pagado con un billete de 50 euros mientras el taxista solo muestra uno de 20. Quedan citados para la comisaría.
Entrar en Amnesia son 60 euros. Algunos intentan camelar a los puertas y buscar su nombre en una lista de presuntos VIPS. Los gorilas cuentan con la ayuda de un traductor que no siempre utilizan. "Aunque no lo parezca los ingleses son bastante educados. Los peores son los italianos", cuenta Tony, con 35 de trabajo nocturno a las espaldas, responsable "de controlarlo todo".
Dentro hay dos grandes salas, como naves industriales, y sus respectivos salones privados. Muchos de los distinguidos presentes van sin camiseta. Las plataformas están llenas de aspirantes a gogós. Resulta complicado avanzar de un lado a otro sin salir pringado de sudor. Es evidente que aquí el personal hace trampas para poder aguantar el ritmo del DJ. No es recomendable venir sediento. Una botella de agua, un artículo de lujo para los pastilleros, cuesta 10 euros.
Cambio de aires. Rumbo a Pachá. La fiesta de Guetta está arrasando. Está tan llena que han anulado los pases VIPS. Ya no vale ser amigo del relaciones. O viene un pez gordo o te olvidas de entrar sin pagar los 70 euros de rigor. Tampoco vale salir un rato con el sello en la mano para poder volver. El que sale no entra. Unas chicas se van hartas. "Hace mucho calor, nos vamos al Divino".
La cola para coger un taxi crece sin parar. Como las rémoras que acompañan a los tiburones trabajan los taxis piratas, particulares que por diez euros te llevan a tu destino, a veces en el maletero.
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