Este artículo se publicó hace 16 años.
El partido Shas da un portazo a Livni y la pone en serios aprietos
El partido ultraortodoxo Shas no se incorporará a un gobierno liderado por la ministra israelí de Exteriores, Tzipi Livni, poniéndola así en serias dificultades para lograr la mayoría parlamentaria a una semana de expirar el plazo de que dispone para formar gobierno.
"No podemos desentendernos de las dificultades y necesidades que estos días aparecen en el informe de los estados desarrollados, y que sitúa a Israel en el primer lugar del ránking de pobreza", se indica en un comunicado de Shas con el que justifica su decisión de interrumpir las negociaciones y quedarse fuera del gobierno.
"Hemos presentado propuestas para resolver la pobreza, pero no las han aceptado", prosigue.
Shas hizo el dramático anuncio, casi el golpe de gracia a los esfuerzos de Livni por formar gobierno, horas antes de caer el "shabat", el estricto día de descanso en Israel, lo que cercena en gran medida toda posibilidad de reconciliación con Kadima en nuevas negociaciones.
El domingo, Livni celebrará una audiencia con el presidente del Estado de Israel, Simón Peres, en la que habrá de comunicarle si tiene o no gobierno, paradójicamente una semana antes de que concluya el plazo oficial.
Ayer, en una comparecencia ante el grupo parlamentario de Kadima, Livni ya dio a entender que la suerte estaba echada y que le tocaba a Shas mover ficha, lo que los ultraortodoxos han hecho sin dilaciones.
"Esta mañana el Consejo de Sabios resolvió (respaldar) la decisión del rabino Ovadía Yosef (guía espiritual del movimiento) de no incorporarnos al gobierno. La decisión es irrevocable", aseguró el líder del partido, Eli Yishai, en una rueda de prensa junto a su casa en Jerusalén.
Yishai, ministro de Transportes en el actual gobierno que dirige el primer ministro saliente, Ehud Olmert, explicó que "Shas no está a le venta", y que las demandas que tenemos no "son de carácter personal".
El origen de la discordia está en torno a una diferencia de unos 350 millones de shékels (unos 90 millones de dólares) sobre las ayudas que el nuevo ejecutivo habrá de otorgar a las familias numerosas y que beneficia por tanto a las ultraortodoxas y árabes.
Se trata de una polémica ley que costaría a las arcas públicas unos 1.000 millones de shékels (unos 265 millones de dólares), y la última oferta de Livni se ha quedado en unos dos tercios de esa suma.
El otro gran escollo es Jerusalén, en la mesa de negociaciones entre israelíes y palestinos pero de la que Shas no quiere devolver ni medio centímetro.
"Hace un año Shas adoptó la decisión de que si hablaba de Jerusalén (en las negociaciones con los palestinos) nos íbamos del gobierno. Ahora no nos vamos a meter en otro sin que nos garanticen que no se hablará de ella. Jerusalén no está en venta", declaró Yishai.
La resolución del Shas pone en serios aprietos a Livni, que se ve con el apoyo de sólo 55 de los 120 diputados del parlamento: 29 de su partido, 19 del Partido Laborista y 7 del Partido de los Jubilados.
Con estos últimos no tiene cerrado aún el pacto de gobierno, pero las discrepancias son menores.
Independientemente de los seis diputados que le faltan para obtener la mayoría parlamentaria, el problema de Livni es que el Partido Laborista condicionó su acuerdo a que consiguiera una coalición parlamentaria estable, de forma que no haya que convocar elecciones anticipadas en apenas unos meses.
Los observadores sostienen que esas elecciones anticipadas, de convocarse, perjudicarían tanto a Livni como a Ehud Barak, el líder laborista, que concurrirían desde las perspectiva generalizada de haber fracasado en las gestiones de gobierno.
La carta que le queda por jugar a la presidenta de Kadima es incluir conjuntamente en su coalición al pacifista y casi anticlerical Meretz y al Judaísmo Unido de la Biblia, si es que se aceptan mutuamente, o bien firmar una "rendición" con el Shas mañana por la noche, cuando acabe la jornada del shabat.
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