Este artículo se publicó hace 14 años.
Pasión para combatir el frío
Una visita al Mausoleo de los Amantes de Teruel rememora la historia de amor más trágica de la Edad Media.
"El amor, cuando no muere, mata, porque amores que matan nunca mueren", reza la letra de una canción de Joaquín Sabina, aunque la frase bien podría haberla pronunciado alguno de los testigos de la pasión mortal que se profesaron Isabel de Segura y Juan de Marcilla. O sea, los amantes de Teruel, protagonistas de una verídica historia de amor, engalanada por la leyenda popular. Ella era rica. Él, humilde, juró buscar fortuna para que su familia consintiera el matrimonio. Pero cuando regresó, después de cinco años, ya era demasiado tarde: Isabel acaba de ser desposada. Tras la boda, Juan de Marcilla -también conocido como Diego- fue a ver a su amada. "Bésame que me muero", imploró. Isabel, que era mujer de honor, se lo negó. La negativa de su amada le mató. Ese mismo día Isabel, conmovida, fue a la iglesia de San Pedro, donde yacía el cadáver de Diego para darle el beso negado en vida. Y cuando sus labios rozaron los de él, cayó muerta sobre su amado.
"Bésame que me muero", imploró.Pero Isabel,
que era mujer
de honor, se lo negó.
Los escritores Tirso de Molina, en el siglo XVI, Juan Antonio Hartzenbush, en el XIX, o el compositor de zarzuelas Tomás Bretón (1850-1923) dramatizaron el trágico suceso, que tuvo lugar en el siglo XIII. No fue hasta 1555 cuando se descubrió el sepulcro de los amantes junto con un documento que narraba la desventurada historia de amor. Hoy, el Mausoleo de Isabel de Segura y Juan de Marcilla se encuentra en un edificio moderno, anexo a la iglesia medieval de San Pedro. El sepulcro, tallado en mármol a principios del siglo por Juan de Ávalos, aviva el recuerdo trágico de los amantes, cuyas manos no llegan a tocarse. El Mausoleo es un museo dedicado al idealizado amor de estos jóvenes de la Edad Media, con explicaciones sobre el contexto social de la época y la influencia que la historia ha tenido en la música, la literatura e incluso el cine. Es muy recomendable visitar la iglesia de San Pedro, cuyo ábside y torre forman parte de la red de monumentos mudéjares aragoneses declarados Patrimonio de la Humanidad.
Y además...
La visita no termina en los Amantes. Teruel es la capital del mudéjar, un arte fruto de la convivencia pacífica entre árabes y cristianos. Además de la torre de San Pedro, forman el espléndido conjunto mudéjar las torres de San Martín, El Salvador y la de la Catedral de Santa María de Mediavilla, la iglesia mudéjar más grande de España con una asombrosa techumbre. Teruel tiene también una gran cantidad de palacios, entre ellos algunos modernistas, realizados por Pablo Monguió, discípulo de Gaudí. Y, para una visita más familiar, Dinópolis enseña a mayores y pequeños cómo vivían los dinosaurios en esta región.
Más información
La Fundación Amantes de Teruel dispone de información sobre horarios y precios de visita al Mausoleo. Desde el año 1997, los turolenses, junto con actores profesionales, realizan la representación de la tragedia en una fiesta que ha sido declarada de Interés Turístico Regional. Las bodas de Isabel de Segura , que se celebrarán este año entre el 18 y el 21 de febrero, incluyen mercado medieval, torneos y justas y diversos espectáculos callejeros.
Dónde dormir, dónde comer
El hotel-spa Ciudad de Teruel es un macro complejo turístico con ofertas para la familia que visite Dinópolis. Algo más recogido es el Parador de Teruel, a tres kilómetros de la ciudad, de inspiración mudéjar. Otra opción es el céntrico hotel Torico Plaza, con vistas a la torre mudéjar del Salvador. Para comer cocina regional, el Ambeles (Ronda de Ambeles, 6); para comida más sofisticada, La Menta (Bartolomé Esteban, 10).
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