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La paz es una tarea de héroes

Hoy mi artículo mensual iba sobre las actitudes de los españoles respecto al Estado del bienestar, lo escribí ayer jueves, antes de acudir a la Diputación Permanente del Congreso de los Diputados a aprobar dos decretos enviados por el Gobierno. Luego me fui a mi provincia, donde tenía dos actos electorales. En mitad del primero recibimos la noticia sobre el comunicado de ETA. En Málaga hubo aplausos y lágrimas, supongo que como en todas partes. Algunos compañeros improvisaron unas palabras tan emocionadas como emocionantes, que escuchamos como si fueran una oración laica, una oración de respeto y recuerdo por las víctimas, de orgullo por quienes combatieron al terrorismo en primera línea, y de esperanza para todos.

Al final venció la democracia. Venció la política frente a la violenciaAl final venció la democracia. Lo hizo con todos los instrumentos propios de la democracia. Venció la política frente a la violencia, el derecho frente a la fuerza, la palabra frente al plomo. Los que estábamos reunidos, militantes de un partido político, sentimos que hoy la democracia española recoge una cosecha de sentido, una inmensa cosecha de legitimidad, de fuerza. Dedicamos tanto trabajo, tanta pasión a la política, tantas veces ingrata, que en ese momento todo cobraba sentido, todo valía la pena. Acabamos el acto de campaña, nos abrazamos y nos fuimos cada uno por su lado a hacer nuestro trabajo electoral. Mientras me dirigía a la agrupación local en la que me esperaban mis compañeros para que diera una charla preelectoral pensé: esta vez ETA no ha conseguido parar la campaña, esta vez la noticia no nos ha obligado a cambiar los actos de campaña por actos fúnebres, esta vez, la democracia sigue su camino.

Pensé en el presidente Rodríguez Zapatero. Pensé en los cuatro años en que fui el director de su gabinete en Ferraz, en las veces que lo acompañé a visitar a alguna víctima, pensé en lo que estaría pensando, y sobre todo en lo que estaría sintiendo, y me alegré también por él, me alegré por todos, pero también por él, por lo que ha luchado porque llegara este día. Ha llegado. Se acabaron los padres llorando la muerte de sus hijos, ya no más. Sé que él los guarda a todos en la memoria, a los padres y a los hijos. Nunca los va a poder olvidar, ni quiere hacerlo, nunca va a olvidar su dolor, pero ya no tendrá que conocer a otros nuevos, porque ya no habrá otros nuevos, y su lucha, con la lucha de otros, habrá alcanzado la victoria.

Anoche me llamaron de Público y me ofrecieron cambiar mi artículo, poder hablar de la gran noticia y dije que sí. Anoche a las diez y media dejé la agrupación local y me fui a mi casa a escribir estas líneas. Me acordé de que hace unos años escribí un artículo que nunca publiqué. Hoy me parece un buen día para publicar algunas de aquellas palabras para las que nunca hubo ocasión:

El horizonte cercano de la paz hace que percibamos todo el valor destruidoEl horizonte cercano de la paz, de la vida, de la felicidad civil y cotidiana, hace el daño a las víctimas más sin sentido, más inútiles su dolor y su muerte, y así las hace más humanas, y hace que percibamos todo el valor destruido e insustituible. La paz trae lágrimas, el día de la paz es también un día triste. Unos seguirán llorando a sus seres queridos, sacrificados inútilmente, como una obra de arte maravillosa e irrepetible quemada para toda la eternidad. Otros seguirán sufriendo una cárcel que ya sabrán también inútil y por tanto especialmente dolorosa. Porque es tan difícil, porque exige tanto valor para superar el miedo al dolor y el dolor mismo, porque exige tanta renuncia, tanta generosidad, la paz es, en palabras del presidente Zapatero, una tarea de héroes.

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