Este artículo se publicó hace 14 años.
El perro familiar reduciría el eccema en niños en riesgo
Por Amy Norton
Los niños pequeños conantecedentes familiares de alergias serían menos propensos asufrir eccema si conviven con un perro desde la infancia.
En cambio, un gato elevaría ese riesgo, aunque sólo enniños con sensibilidad al alergeno felino.
Estos resultados, publicados en Journal of Pediatrics, noprueban que los cachorros sean protectores y que los gatos nolo sean para niños propensos a las alergias, sino que se sumana una relación compleja y confusa entre la mascota familiar yla salud infantil.
Pero aún es demasiado pronto como para recomendarles a lospadres si deberían o no tener un perro o un gato en casa,indicó la doctora Tolly G. Epstein, profesora asociada de laFacultad de Medicina de la University of Cincinnati, en Ohio, ycoautora del estudio.
El equipo de Epstein incluyó a 636 niños que desde muypequeños participaban en un estudio de largo plazo sobre laexposición ambiental y el riesgo de alergia. En todos, el padreo la madre habían tenido asma, alergias nasales o eccema.
Cuando los niños tenían menos de 1 año, el equipo visitósus hogares y reunió muestras de polvo. Los autores hicieronexámenes anuales para evaluar si eran sensibles a variosalergenos, es decir que si sustancias como el pelo de unamascota o la humedad hacen que el organismo produzcaanticuerpos.
El equipo halló que el 14 por ciento de los niños teníaeccema a los 4 años. Pero esa tasa bajaba al 9 por ciento enlos 184 niños que convivían con un perro desde la infancia.
Entre los niños sensibles al alergeno canino, tener unperro en el hogar estaba asociado con una disminución delriesgo de desarrollar eccema: de los 14 niños con esos dosrequisitos, dos (el 14 por ciento) tuvieron eccema, comparadocon 17 de los 30 niños (el 57 por ciento) sensibles al pelocanino pero que no habían convivido con un perro desdepequeños.
En cuanto a los gatos, la observación fue más compleja. Nohubo relación entre la presencia de un gato en el hogar en lainfancia y el riesgo de eccema.
El 54 por ciento de los 13 niños sensibles al pelo de gatoy que habían convivido con uno en la infancia desarrolló eccemaa los 4 años. Eso bajo al 33 por ciento en el grupo de niñossensibilizados que no habían convivido con un gato, y al 11 porciento en aquellos sin sensibilidad a los gatos y que habíanconvivido con uno antes del año de vida.
No hubo una explicación sólida para el efecto protector delos perros. Pero Epstein sugirió que la exposición temprana alalergeno canino (sustancias en el pelo, la saliva y la orina delas mascotas) afectaría el desarrollo del sistema inmuneinfantil de modo que inhibiría el eccema.
"Estos niños podrían desarrollar una tolerancia, pero aúnno lo sabemos", agregó.
En teoría, dijo Epstein, el alergeno felino influiría deotra manera en el desarrollo inmunológico.
FUENTE: Journal of Pediatrics, online 30 de septiembre del2010
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