Este artículo se publicó hace 13 años.
La petición de rescate sigue sin aliviar la presión sobre la deuda lusa
Portugal continúa bajo la presión de los mercados pese a haber solicitado ayuda financiera a Europa, sin un alivio significativo en sus títulos a diez años y con un incremento de los intereses en sus obligaciones a cinco años.
En la jornada previa a la llegada a Lisboa de un equipo conjunto de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional para evaluar las condiciones del rescate, los inversores volvieron a dar muestras de sus dudas respecto a la economía lusa.
En este sentido, los intereses que penalizan la deuda soberana de Portugal a cinco años crecían a primera hora de la mañana hasta superar de nuevo la barrera del 10 por ciento, ligeramente por encima del 9,980 por ciento de rentabilidad que se exigía en el mercado secundario por estos mismos títulos el viernes.
Con esta subida, el diferencial con el bono alemán a cinco años era de 717 puntos básicos.
Las obligaciones a diez años, utilizadas normalmente como valor de referencia, bajaban esta mañana de forma leve hasta el 8,659 por ciento, mientras los títulos germanos cotizaban cerca del 3,5 por ciento.
Tampoco sufrieron grandes cambios los intereses que penalizaban la deuda soberana lusa a dos años y que bajaban a primera hora de hoy una milésima.
En Portugal, donde ya ha comenzado la campaña electoral para los comicios del 5 de junio, se debate ahora cuál debe ser el papel de la oposición en las conversaciones sobre esta ayuda externa.
El principal partido de la oposición, el Social Demócrata (PSD, de tendencia conservadora), ha reclamado a Bruselas y el FMI que se deje un margen para que el grupo vencedor de las elecciones pueda negociar algunas de las condiciones de este acuerdo.
En esta misma línea se pronunció el Jefe de Estado luso, el conservador -y peso pesado del PSD- Aníbal Cavaco Silva, quien pidió comprensión a sus interlocutores con la situación política que vive el país.
El punto de partida en estas negociaciones será, según detalló ayer el primer ministro en funciones, José Sócrates, el último plan de recortes ideado por el Gobierno, decisión que ha generado polémica por tratarse del mismo proyecto al que votaron en contra todos los grupos parlamentarios y cuyo rechazo derivó en la dimisión del líder socialista.
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