Este artículo se publicó hace 15 años.
A los pies de Corín Tellado
Viavélez, ciudad de la prolífica novelista rosa
Socorro nació en abril de 1927, en un pueblecito costero de Asturias, Viavélez. Su vida era la de una chica normal hasta que un día se puso a escribir. Le salieron 4.000 novelas y millones de lectores en todo el mundo. Socorro se convirtió en Corín, de apellido Tellado.
Llego a Viavélez desde La Caridad, a dos kilómetros del pueblo costero, donde está la parada de autobús. Allí me recoge Joaquín, que se ha ofrecido como guía del pueblo. Viavélez es pequeñín y coqueto, con una ladera donde se amontonan las casas. Lo primero que veo al bajarme del coche es la placa de la calle Corín Tellado, en la parte baja del pueblo y enfrente del comienzo del puerto.
Recorro la bahía donde se encuentra y, más adelante, los faros y dos muros donde algunos pescadores lanzan sus cañas. "¿Está para salir? Sí, ayer estaba revuelta pero hoy se sale". Lo dice un grupo de tres pescadores que se apoyan en una barandilla y miran el mar a lo lejos mientras fuman. Conozco a Carmen, que ha pasado casi los 73 años que tiene en este pueblo y que vive en una casa roja y blanca, "con casi 200 años". "En invierno aquí es muy triste, no queda casi nadie", se lamenta.
La gente me mira de reojo, como en todos los pueblos pequeños donde todo el mundo sabe quién es el otro y cualquier cara no conocida es forastera. Y eso que en verano, Viavélez revive. En invierno, tan sólo quedan unas 30 personas. Cuando llegan las vacaciones, el pueblo acoge hasta 300. Hay muchos veraneantes que compraron aquí su casa solariega. Las que van quedando vacías se las rifan, hasta el punto de que gente del pueblo que quiso comprar una casa para vivir no pudo: son tan pocas las que quedan a la venta que sus precios se elevan y dejan de ser asumibles.
En el pueblo hay una especie de pacto: no revelar la identidad de la familia de la escritora
Le digo a Joaquín que me gustaría conocer a algún familiar de Corín Tellado. Me explica que no gustan mucho de entrevistas ni visitas, que son muchos los que por aquí llegan preguntando por los familiares de la Tellado, anhelando un encuentro con sus hijos. Por eso, en el pueblo hay una especie de pacto no escrito: no suelen revelar la identidad de los familiares ni decir dónde viven ahora. Pero tengo suerte y me soplan cuál es su casa. No tengo intención de ir a molestar.
En el puerto me presentan a Berto, que está limpiando su barco. Él me cuenta que Viavélez fue un puerto importante, el mayor astillero de la zona hasta finales del siglo diecinueve. Entonces comenzó el vapor y el pueblo no supo adaptarse. Él pertenece a una familia de marinos: su bisabuelo, su abuelo, su padre, todos salieron a la mar. Entonces llega la sorpresa: Berto es sobrino de Corín Tellado. Sólo hacía falta un poco de conversación y simpatía. De su boca escucho que sus tíos se marcharon para Cádiz cuando Corín tenía 12 años y que fue allí donde empezó a escribir: "Fue por una apuesta con su hermano, que estaba escribiendo una novela del oeste y ella le retó a escribir algo mejor, por eso su primer libro se llamó Atrevida Apuesta", recuerda. Cuenta Berto que ella venía de vez en cuando por el pueblo, aunque conforme se fue haciendo mayor sus visitas se espaciaron más. Necesitaba diálisis y eso la ataba más a la ciudad.
Me marcho del pueblo con intención de asomarme de vez en cuando a la webcam que permite observar Viavélez desde el ordenador. Y de leer a Corín Tellado, literatura rosa o no, qué importa el color, joder.
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