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Los planes de pensiones caen en desgracia

La crisis, sus escuálidas rentabilidades y la falta de liquidez desincentivan a los ahorradores

PILAR BLÁZQUEZ

¿Subir la edad de jubilación a 67 años? ¿Ampliar el periodo de cotización hasta 25 años? Estas son sólo algunas de las cuestiones pendientes entre Gobierno y agentes sociales de cara a definir el futuro de las pensiones públicas en España. Conseguir un acuerdo parece imprescindible, no sólo porque eso aseguraría la viabilidad del sistema público sino porque la alternativa de los planes de pensiones privados tampoco parece fiable a tenor de los últimos datos.

La crisis, las escuálidas rentabilidades y la falta de liquidez en un entorno cada día más incierto están relegando los fondos de pensiones de las preferencias de los inversores. 'La crisis ha provocado que sean muchas las familias españolas a las que llegar a final de mes les supone un esfuerzo cada vez más duro. Es lógico que ni se planteen dedicar parte de su renta a un plan de pensiones', asegura Florentino Felgueroso, investigador de Fedea.

Los españoles aportaron 215 millones de euros menos en 2010

Según los datos manejados por VDOS Stochastics, entidad de difusión de información financiera especializada en fondos de inversión, planes de pensiones y sicav, las aportaciones realizadas por los españoles a planes de pensiones cayeron en 215 millones de euros en el último año.

La patronal del sector, Inverco, es algo más optimista. 'Estamos ligeramente por encima del año pasado y esperamos que el empujón de fin de año permita cerrar 2010 con un ligero saldo positivo', asegura su director, Ángel Martínez Aldama.

Pero que nadie se engañe, los planes de pensiones no viven de quienes tienen apuros económicos. Todo lo contrario. 'El producto es especialmente atractivo para las rentas más altas. No sólo para complementar su pensión sino, sobre todo, porque es la mejor fórmula para rebajar la factura fiscal de cada año', explica Paula Mercado, directora de análisis de VDOS.

Los ganchos de las entidades financieras cada vez convencen menos

Efectivamente, los últimos días de cada año son un momento dulce para estos productos financieros. Las aportaciones realizadas a los planes de pensiones se restan de la base imponible del impuesto de la Renta, con un máximo de 10.000 euros, que pueden llegar a 12.500 si el partícipe del plan tiene más de 50 años. Y por lo tanto reducen la factura fiscal del año. 'En realidad, este es el único incentivo. Aunque conviene recordar que no significa dejar de pagar impuestos, sino retrasar el pago. Por no hablar de la injusticia que supone dar incentivos fiscales a los que más tienen', advierte Florentino Felgueroso.

Efectivamente, muchos jubilados comprueban con desolación que al rescatar su plan, Hacienda les pide los impuestos diferidos. Es decir, cuando se rescatan, pagan impuestos como otra renta del trabajo, y cuanto más se rescate (todo lo acumulado, por ejemplo), más impuestos pagan. A pesar del susto, 'lo normal es que la cantidad de impuestos sea inferior. Ya que el tipo marginal se aplica sobre los ingresos y la jubilación suele ser inferior al sueldo', explica Luis del Amo, experto fiscal del Registro de Asesores Fiscales.

Pero ni siquiera así, los planes convencen, y eso que la tasa de ahorro de los españoles comenzó 2010 cercana al 17%, y aunque ha caído hasta el 14%, todavía es mucho más alta que la media del 5% de los años del boom económico.

Es un producto diseñado para que las élites paguen menos impuestos

¿La razón? 'La educación financiera de los españoles está aumentando. Y a pesar de que tradicionalmente no se realiza mucho seguimiento de las inversiones, cada vez se informan más', explica el director de Inverco.

No hace falta ser un Warren Buffett de las finanzas para darse cuenta de que, pese a las recomendaciones de los bancos, los planes de pensiones no pasan la prueba de la rentabilidad. 'Es mucho peor que otros productos financieros, en muchos casos negativa y además el dinero está cautivo. Es decir, sólo se puede rescatar llegado el momento de la jubilación o, excepcionalmente, en caso de enfermedad grave o desempleo de larga duración', advierte Ricardo Sánchez-Seco, gestor de fondos de Gestiohna. 'Sólo quienes por psicología personal sean incapaces de ahorrar si alguien no les impide tocar su dinero deben elegir este producto', recomienda.

En algunos casos, la baja rentabilidad puede comerse el ahorro fiscal

Según los últimos datos de VDOS Stochastics, la caída de la rentabilidad ha dejado los fondos de estos productos con 1.353 millones de euros menos que a cierre de 2009. Sólo dos de las cinco categorías en las que se dividen los planes de pensiones individuales tuvieron rentabilidades positivas en el último año. O sea, imposible competir con otros fondos de inversión o simplemente con los depósitos que los bancos han remunerado durante 2010 con intereses en el entorno del 4%, y que se han convertido en el producto estrella del ahorro de los españoles.

El problema de los planes de pensiones no tiene relación directa con la crisis económica. Un estudio elaborado por los profesores del IESE Pablo Fernández y Vicente Bermejo asegura que entre 1991 y 2007, en pleno boom económico, sólo dos planes de pensiones superaron en rentabilidad a los bonos del Estado y ninguno batió al índice de la Bolsa de Madrid. 'El decepcionante resultado se debe a las elevadas comisiones, a la composición de la cartera y a la gestión', aseguran los autores. 'En muchos casos los inversores perdieron la desgravación fiscal vía comisiones e ineficiencias en la gestión', aseguran.

Ricardo Sánchez coincide con el análisis. Asegura que los gestores de planes de pensiones no tienen la presión de ofrecer resultados en el corto plazo y por eso su 'gestión es más relajada'. Otro problema es la propia legislación. 'No se les permite diversificar tanto como al resto de fondos y por eso es más difícil esquivar los vaivenes del mercado', asegura Sánchez.

Defensores y detractores del producto reclaman un cambio. Inverco quiere más libertad para invertir y más desgravaciones fiscales para compensar la inmovilización del dinero. Florentino Felgueroso sugiere mayores incentivos para las empresas y que 'sean ellas quienes hagan las aportaciones, como una parte del sueldo'. Alberto Montero, profesor de la Universidad de Málaga, aboga por un cambio radical. 'Hay que apostar por pensiones públicas sufragadas por impuestos, como han hecho en Francia ', aconseja.

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