Este artículo se publicó hace 14 años.
Plátanos, gambas, ajuares de bebé, rosarios o turrón, los narcos agudizan el ingenio
El cargamento de cocaína oculto en plátanos hallado este fin de semana es sólo uno más de los curiosos escondites para introducir la droga en España que utilizan los traficantes, que no dudan en emplear canastillas de bebé, rosarios, tabletas de turrón o bolsas de agua caliente para sus fines.
Los plátanos macho elegidos en esta ocasión como camuflaje de la droga -unos 100 kilos de cocaína- llegaron por error a varios establecimientos de una cadena de supermercados aunque no llegaron a ponerse a la venta.
No es la primera vez que se utilizan los plátanos para ocultar la droga que llega a España ya que hace quince días la Policía interceptó en el puerto de Sagunto (Valencia) 228 kilos de cocaína ocultos en un cargamento de esta fruta.
Hasta noviembre pasado la Policía Nacional interceptó 74.184 kilos de hachís, 14.773 de cocaína, 119 de heroína, 71.623 gramos de speed y cerca de 5.000 dosis de LSD, droga que los traficantes ocultaban en lugares cada vez más insospechados como tapizados, vajillas o entre gambas congeladas.
El ingenio de los traficantes se agudiza cada vez más en los últimos años ante la presión de las autoridades y llegan incluso a emplear objetos "sagrados" como una imagen del Sagrado Corazón y un rosario, que iban dentro de un paquete junto con medio kilo de cocaína.
Los traficantes tienen especial predilección por los objetos infantiles y se aprovechan de su apariencia "inocente" para intentar pasar inadvertidos.
Así lo demuestran los botes de polvos de talco, muñecos de peluche o el ajuar de un bebé utilizados en diferentes ocasiones para introducir la droga.
Cuando se trata de poca cantidad, la cocaína viaja oculta o impregnada en prendas de vestir, como pantalones de ciclista, pañales o plantillas de zapatos pero también en botes de cosméticos.
En el apartado de los productos de alimentación la lista va desde los sobres de sopa hasta las judías pintas, pasando por botes de cacao y café, latas de atún, espárragos de Perú, dulces caseros e incluso en fechas navideñas tabletas turrón.
Durante la Navidad la droga ha viajado a España oculta en paquetes de falsos regalos.
La Policía también ha descubierto sustancias estupefacientes en lugares tan insólitos como perchas, sacos de dormir y tiendas de campaña, muebles, sillas de ruedas, tablas de windsurf, muletas o libros sobre peinados.
En algunos casos los correos llegan con certificados médicos de supuestas fracturas óseas que justificarían las escayolas en las que ocultan las sustancias prohibidas, pero su imaginación va más allá y llegan a disfrazarse de sacerdotes, perfectamente uniformados, incluido el alzacuellos.
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