Este artículo se publicó hace 15 años.
Polémica por la libertad de expresión ante una cumbre de la ONU
Varios países europeos señalaron el miércoles que temen que el derecho universal de la libertad de expresión quede en peligro si la conferencia sobre el racismo que celebrará la ONU en abril emite una petición para prohibir la "difamación de la religión".
También advirtieron, en discursos ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que no podrán aceptar un castigo a Israel por "racista" ni ninguna promoción del antisemitismo en ese encuentro, que se celebrará en Ginebra del 20 al 24 de abril.
"La libertad de expresión debe ser la piedra angular de nuestra lucha contra el racismo", dijo el delegado sueco Frank Belfrage. El ministro británico de Derechos Humanos, Mark Malloch Brown, dijo que limitar la libertad de expresión sería socavar la tolerancia.
Esta semana, Australia, Francia, Suiza, Polonia, Holanda, Alemania y la República Checa expresaron opiniones similares ante el consejo, en nombre de las 27 naciones de la Unión Europea, entre otros.
Las cuestiones de la libertad de expresión y el antisemitismo han sido fijadas por algunos países occidentales, entre ellos Estados Unidos, como sus "condiciones" para participar en el encuentro, denominado Durban II.
Sin embargo, varios diplomáticos han señalado que aún perduran en la memoria las marchas callejeras contra judíos en general que se produjeron en 2001 en la primera conferencia de la ONU sobre el racismo, en Durban, y que el temor a que se repitan ha aumentado después de las protestas en Europa por la guerra israelí contra milicianos palestinos en Gaza.
Hasta ahora, sólo Canadá e Israel han dicho que no participarán. Israel señaló que la etiqueta de antirracismo del encuentro es un modo de encubrir la promoción "del antisemitismo y el sentimiento en contra de Israel".
El anterior gobierno de EEUU, dirigido por George W. Bush, se retiró de Durban I y se mantuvo distante en los preparativos para Durban II, pero el presidente Barack Obama envió un equipo a Ginebra el pasado febrero para supervisar el progreso de las negociaciones.
Sin embargo, el departamento de Estado señaló la semana pasada que el texto, tal como aparece a siete semanas de la apertura de la conferencia, es inaceptable y que los funcionarios estadounidenses sólo participarán si se modifica drásticamente la declaración.
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