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La policía vincula el narcotráfico con las bombas en el sur de Tailandia

EFE

La Policía de Tailandia vinculó hoy a las redes de narcotráfico con la colocación de varias bombas ayer en la región musulmana del sur del país que causaron la muerte de cuatro personas y dejaron medio centenar de heridos.

La serie de ataques, uno con explosivos colocados en un coche y otros dos en motocicletas, tuvieron lugar por la noche en la turística localidad de Sungai Kolok, en la provincia de Narathiwat, donde se encuentra ubicado uno de los pasos fronterizos con Malasia más transitados.

Dos de las explosiones se produjeron frente a bares y la tercera a unos pocos metros de un restaurante, en una de las zonas más concurridas de la localidad.

Entre las víctimas mortales y heridos se encuentran varias personas de nacionalidad malasia.

El portavoz del operativo de seguridad interna en el sur, el general Akkhara Thiproj, dijo que las fuerzas de seguridad creen que los atentados son una venganza por las últimas redadas contra el tráfico de drogas.

La última redada el pasado martes acabó con la detención de varias personas y la incautación de 14.000 tabletas de anfetamina.

"Estas bandas pagan a los insurgentes locales para que creen el caos en la región", dijo Akkhara.

La colocación de estas bombas ocurrió horas después de que dos policías murieran y tres vecinos quedaran heridos en un tiroteo en una mezquita en la provincia de Yala y un día después de que otra bomba matara a cinco paramilitares en Pattani.

El secretario general de la administración de las tres provincias del sur, Panu Uthairat, pidió al Gobierno que extienda el estado de excepción que debería expirar el lunes.

La primera ministra, Yingluck Shinawatra, ha convocado esta tarde una reunión con el ministro del Interior, Yongyuth Wichaidit, y con el jefe de las fuerzas armadas, el general Prayuth Chan-ocha, para tratar sobre la violencia en el sur.

Los ataques con armas ligeras, asesinatos y atentados con explosivos se suceden casi a diario en Pattani, Narathiwat y Yala, pese al despliegue de 31.000 agentes de las fuerzas de seguridad y a la declaración del estado de excepción.

Más de 4.800 personas han muerto a causa de la violencia en el sur de Tailandia desde que en 2004 el movimiento separatista islámico reanudó la lucha armada, según el recuento de la organización Deep South Watch, que en este período contabiliza más de 11.000 atentados.

Los insurgentes denuncian la discriminación que sufren por parte de la mayoría budista del país y exigen la creación de un Estado islámico que integre estas tres provincias, que configuraron el antiguo sultanato de Pattani, anexionado por Tailandia hace un siglo.

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