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El PP extremo revive al PSOE

Los socialistas acusan a Rajoy de liderar la 'derecha de la derecha' y esperan que la virulencia por Bildu movilice a los desencantados. IU acusa al Gobierno de allanar el camino a los conservadores con su política 'neoliberal&quo

PERE RUSIÑOL

Todas las encuestas les son adversas, el ánimo de no pocos de sus dirigentes está decaído y decenas de miles de sus electores no saben siquiera si irán a votar el 22-M. Pero la campaña ha empezado con tantos líderes del PP recitando palabras tan gruesas a cuenta de Bildu en todas las plazas de España que, de repente, el PSOE ha vuelto a tomar aire: se aferra a la esperanza de que los progresistas decepcionados por los recortes acudirán finalmente a las urnas alarmados por los contornos de 'derecha extrema' que amenazan con romper las costuras del traje oficial de moderado que se ha enfundado Mariano Rajoy.

Toda la cúpula del PSOE salió ayer a subrayar estos contornos, siguiendo la vía marcada ya la noche del viernes por José Luis Rodríguez Zapatero en León, cuando pidió el voto precisamente para frenar a la 'derecha extrema'.

El hombre fuerte del partido, José Blanco, alertó en Zaragoza del peligro que supondría una victoria de esa 'derecha extrema'; el vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, incluyó también a Rajoy dentro de la etiqueta de 'la derecha de la derecha' y su colega de Gabinete y supuesta rival en unas eventuales primarias socialistas, Carme Chacón, recalcó en Málaga el extremismo de un partido capaz de 'utilizar en la campaña el dolor de las víctimas de ETA como mercancía electoral'.

Blanco, Rubalcaba y Chacón subrayan la radicalidad del Partido Popular

La apelación a los efectos que podría tener la llegada al Gobierno de una derecha más extrema de lo que aparenta ha sido una constante de las campañas socialistas desde que, a principios de la década de 1990, el PP se convirtió en una alternativa real de Gobierno tras conquistar todo el espacio electoral de la derecha, incluyendo el más extremo según el CIS, más del 90% de los electores ultras vota al partido de Rajoy, un fenómeno inédito en Europa.

Pero el resultado de esta advertencia ha sido desigual: condujo a la peor derrota de la historia del PSOE tras el doberman de la campaña de 2000, llegó la mayoría absoluta de Aznar y a uno de los éxitos más rutilantes: cuando, en 2008, el PSC llenó Catalunya de carteles con el lema Si tú no vas, ellos vuelven pulverizó todos los récords electorales del partido y, con ello, aseguró la permanencia de Zapatero en La Moncloa.

La diferencia del contexto de ambas campañas era enorme. La primera, la del doberman que exhibió Joaquín Almunia en 2000, se lanzó tras cuatro años de Gobierno de Aznar necesariamente moderados por su minoría parlamentaria y dependencia de CiU: nadie compró el 'peligro'. En cambio, el Si tú no vas, ellos vuelven se planteó con el PSOE en el Gobierno y un PP vociferante y a la ofensiva para restaurar el aznarismo de la mayoría absoluta: visto el resultado histórico del PSC, muy pocos progresistas fueron inmunes a la advertencia.

Las condiciones de ahora son más parecidas a las de 2008 que las de 2000. Y si no lo eran, la salida en tromba, el primer día de campaña, de los dirigentes del PP en términos tan estridentes ya han situado el escenario en este terreno.

El PP baja el tono y sus primeras espadas evitan hablar de Bildu

Por eso tantos dirigentes del PSOE citaron ayer al vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, quien había dicho que 'con escolta y buen sueldo es muy fácil decir que Batasuna se presente y quedar de demócrata mundial'. O a la presidenta madrileña y candidata a la reelección, Esperanza Aguirre, que el viernes no se anduvo con rodeos y afirmó: 'Si ETA vuelve a estar en las instituciones es porque así lo han querido los socialistas'.

Blanco tachó ayer de 'indecentes' las palabras de González Pons. Y Rubalcaba las consideró 'abyectas'. El dirigente conservador contestó que 'lo abyecto es decir una cosa y hacer otra'.

Todos los sondeos coinciden además en otro dato que es un requisito previo esencial para que las apelaciones a la llegada de la derecha extrema sirvan para llevar a las urnas a los progresistas desencantados: una eventual victoria del PP, tanto ahora como en las generales de 2012, se explica sólo por la desmovilización de la izquierda, pero la valoración del líder del PP, Mariano Rajoy, sigue en cotas muy bajas y la estimación de voto del partido está estancada en lo que, por ahora, parece su techo.

Los socialistas no fueron los únicos que ayer alertaron de la dureza de la derecha en España. También lo hizo Izquierda Unida, que tradicionalmente acaba pagando los platos rotos cuando cala en el electorado el temor a que la derecha llegue al poder: entonces, en nombre del llamado voto útil, sufre fugas hacia el PSOE en el último momento.

El líder de la federación de izquierdas, Cayo Lara, advirtió que son precisamente las políticas emprendidas por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y del PSOE las que allanan el camino al PP: 'Aunque el presidente del Gobierno ha dicho que va a parar a la derecha, el que trae a la derecha a este país es el propio Rodríguez Zapatero con sus políticas neoliberales', afirmó Lara en Zaragoza. Y añadió: 'El Gobierno, con sus medidas erráticas, podría ayudar a que sin ningún mérito el PP tenga más peso en las instituciones'.

Tachan las palabras de González Pons de 'abyectas' e 'indecentes'

La mayoría de las primeras espadas del PP que más destacaron el viernes en declaraciones estridentes sobre Bildu, ETA y el Gobierno guardaron ayer silencio, aunque el eco de la caballería aún pudo oírse en boca de la alcaldesa de Valencia y candidata a la reelección, Rita Barberá, quien lamentó que los 'etarras asesinos' dispongan 'del dinero de los impuestos y del censo electoral de todo el País Vasco gracias a los socialistas'.

Rajoy, que había asegurado que las listas de Bildu están 'patrocinadas por ETA' y avaló la salida en tromba de sus subordinados cargados de gruesas palabras, evitó ayer nuevos comentarios y se limitó a arropar en Toledo a su secretaria general, María Dolores de Cospedal, ante la que probablemente sea la batalla más importante de todo el 22-M.

Rajoy fue muy duro con el PSOE, pero se centró en el paro y ni mentó ya ni a ETA, ni a Bildu ni al terrorismo: salió de la plaza de toros sin que se hubieran movido las hechuras de su traje oficial.

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