Este artículo se publicó hace 16 años.
Los precios agrícolas serán en el período 2008-17 del 20 al 80% superiores a la década anterior
Los precios agrícolas no se van a mantener en sus niveles récord actuales, pero estarán en el periodo 2008-2017 entre un 20 y un 80% por encima de los registrados en los diez años precedentes.
Esta es la principal conclusión del informe anual de Perspectivas Agrícolas publicado hoy por la OCDE y la FAO, que esperan que de aquí a 2017 el aumento de la productividad permita responder al incremento de la demanda, y eso contendrá los precios, aunque reconocen de que hay múltiples incertidumbres que pueden pesar.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) admiten que los precios elevados, aunque beneficiarán a muchos agricultores con acceso a los mercados internacionales, agravará la situación de las poblaciones pobres que viven en las áreas urbanas de los países en desarrollo.
"En muchos países de bajos ingresos, la alimentación representa de media más del 50% del presupuesto, y el alto nivel de precios (...) abocará a más gente a la malnutrición", advierten.
Ante esas proyecciones de "una mayor vulnerabilidad" alimentaria en los países menos avanzados, apuestan para ellos por "desarrollar sus capacidades de aprovisionamiento interior" con su agricultura.
"Se impone un aumento de la ayuda humanitaria para reducir las incidencias negativas de los altos niveles de precios sobre los más desfavorecidos", algo que hay que hacer -subrayan- sin medidas que tengan un impacto de distorsión de los mercados.
La OCDE y la FAO calculan que, respecto al periodo de 1998 a 2007, en el decenio siguiente los aceites vegetales tendrán un precio medio un 80% superior, y los granos oleaginosos y la mantequilla estarán por encima del 60%.
Detrás de ese salto se calcula que el consumo será del 50% durante esos diez años para los cultivos oleaginosos, sobre todo para usos alimentarios, pero también para la producción de biocarburantes, que se ha disparado y seguirá la misma senda.
Si la cantidad de etanol se triplicó entre 2000 y 2007, hasta 2017 se duplicará para alcanzar 125.000 millones de litros, mientras que la de biodiesel progresará a un ritmo todavía superior, después de haberse multiplicado por 11 entre esos mismos años hasta cerca de 11.000 millones de litros.
Las dos organizaciones señalan que los biocarburantes explican "en gran parte el aumento de los precios de los productos agrícolas" y que la evolución futura de estas producciones dependerán de si se mantiene elevado el barril de petróleo y las subvenciones públicas.
El trigo, el maíz y la leche en polvo se va a encarecer entre el 40 y el 60% en el periodo de la previsión respecto al de referencia.
En el caso del maíz, esto se vincula a la explosión de los biocombustibles, sobre todo en Estados Unidos, donde un 40% de su producción se podría dedicar a la fabricación de etanol en 2017.
Los autores del informe estiman que, dado el bajo volumen de reservas y los altos precios incitarán a los agricultores a dedicar más tierras a los cereales, en particular con la demanda creciente sobre todo del sureste asiático, Nigeria, Egipto o Arabia Saudí.
En cabeza de los países exportadores estarán Estados Unidos y Australia, pero cada vez tendrán más peso grandes potencias emergentes del sector agrícola como Ucrania y Argentina.
Para la leche, la evolución vendrá marcada por la obtención de productos transformados con mayor valor añadido y una demanda que estimulará la oferta, sobre todo por parte de los países en desarrollo y, de forma particular, de la India y China, que sin embargo no serán autosuficientes.
En el caso de la carne, se prevé una subida del consumo del 2% anual, con marcadas diferencias entre los Estados de la OCDE (+0,5%) y los países en desarrollo (+2,5%), algo que beneficiará a los grandes exportadores: Estados Unidos, Canadá, Argentina, Australia y Brasil.
La OCDE y la FAO prevén un aumento en la producción mundial de arroz del orden del 10% para 2017, que debe venir de un incremento de los rendimientos que compense la disminución de la superficie cultivada.
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