Este artículo se publicó hace 16 años.
El Presidente palestino Mahmud Abás también esgrime la amenaza de la dimisión
El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, ha comenzado a esgrimir la amenaza de la dimisión como medio de presión para arrancar este año a Israel un acuerdo que conduzca a la creación de un estado palestino.
Abás ha dejado saber que abandonará la presidencia de la ANP en caso de que no pueda cumplir ese objetivo, lo que da a Ehud Olmert otra razón de peso para hilar fino si el primer ministro israelí pretende no saldar con un nuevo fracaso el actual proceso de paz.
Quien dio la voz de alarma fue el pacifista israelí Yossi Beilin, que advirtió que el presidente palestino le ha revelado que dimitirá dentro de seis meses si para entonces no ha alcanzado el compromiso que desde hace el mismo periodo de tiempo negocia con Olmert.
"No asumí la Presidencia para cumplir el papel de presidente sino para alcanzar un objetivo. No encuentro sentido a continuar en el puesto si se ve claramente que no podemos lograr la paz", confesó Abás a Beilin, anunció el domingo en un comunicado el pacifista.
El portavoz de Abás, Nabil Abu Rudeina, desmintió el lunes la declaración de Beilin, que calificó de "falsa" y "sin base".
Pero ese mismo día Saeb Erekat -asesor y uno de los hombres de más confianza del presidente palestino-, terció en la polémica para reconocer que Abás "nos ha dicho que tiene abiertas todas las opciones", si en 2008 no llega a un acuerdo con Israel.
Lo cierto es que Abás es el único dirigente palestino con capacidad y disposición de sacar adelante el proceso de negociación iniciado el pasado diciembre en la conferencia de Annapolis para sentar las bases este año de un estado palestino.
Moderado y partidario del entendimiento con Israel, el presidente palestino conserva la legitimidad que le otorga el cargo pese al duro revés que sufrió su autoridad tras la expulsión hace casi un año por Hamás de las fuerzas que le eran leales en Gaza.
Y no hay otro líder palestino que tenga la representatividad necesaria para asumir una interlocución con el Estado judío; la sola facción que también podría hacerlo es Hamás -que ganó las elecciones de 2006-, pero el movimiento islamista no reconoce a Israel.
El embite de Abás es de órdago a la grande aunque no el único que deberá afrontar Olmert en los próximos días.
Igual que el presidente palestino -que confía en que el diseño de un "horizonte de futuro" le permita ganar el respaldo que ha perdido entre su pueblo-, el primer ministro israelí se juega su carrera política con el actual proceso de negociación.
La firma de la paz con los palestinos sería la sola baza electoral que Olmert podría emplear para ganar las próximas legislativas, previstas para 2010 y ante las que aparece en la actualidad como claro perdedor en las encuestas.
Pero su preocupaciones son más acuciantes.
El primer ministro israelí volverá a ser interrogado el viernes por la policía en el marco de una investigación que se lleva a cabo desde hace dos semanas por un presunto asunto de corrupción que se remonta a los noventa, cuando ejercía como alcalde Jerusalén.
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