Este artículo se publicó hace 15 años.
El presidente somalí pide ayuda para evitar que Somalia sea otro Irak o Afganistán
El presidente somalí, Sharif Sheik Ahmed, pidió hoy ayuda a la comunidad internacional para luchar contra los combatientes extranjeros radicales islámicos que han "invadido" el país y quieren convertirlo en otro Irak o Afganistán.
En una rueda de prensa en el Palacio Presidencial de Mogadiscio Sheikh Ahmed se dirigió al mundo y al pueblo somalí para señalar que hay extranjeros en el país que han luchado en Irak y en Afganistán y que quieren que Somalia sea como esos países".
Por este motivo pidió el respaldo internacional para luchar contra "esta invasión de extranjeros", que colaboran con el grupo radical islámico Al Shabab, al que EEUU vincula con Al Qaeda, y con sus aliados, que quieren derrocar a su Gobierno.
Para Sheikh Ahmed, esos combatientes "han venido a Somalia para desestabilizar el país y llevar a cabo los planes de gobiernos extranjeros".
Aunque el presidente no citó a otros países, en la misma comparecencia ante la prensa el ministro de Defensa, Mohamed Abdi Gandi, acusó a Eritrea de injerencia en los asuntos internos de Somalia.
El presidente somalí, cuyo Gobierno no tiene control sobre el territorio del país, mostró su acuerdo con la solicitud a la ONU de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD) de África oriental y la Unión Africana (UA) de un bloqueo naval y aéreo del país, para impedir la entrada de armas y combatientes extranjeros.
La IGAD y la UA también han pedido al Consejo de Seguridad de la ONU sanciones para Eritrea, por ayudar a los rebeldes somalís, mientras el Gobierno de Asmara ha negado esta acusación.
Naciones Unidas ha acusado a Al Shabab, considerada una organización terrorista por la ONU y EEUU, de albergar en Somalia a un millar de combatientes extranjeros, que les ayudan en la lucha para derrocar al Gobierno.
El líder político de Al Shabab, Sheikh Hussein Ali Fidow, ha aceptado las presencia de estos combatientes pero ha negado que sean "extranjeros" y los ha calificado de "hermanos".
"Son nuestros hermanos y han venido a ayudarnos. Están luchando por nosotros y muriendo por nosotros, por lo que no les podemos llamar extranjeros", dijo Ali Fidow, cuyo grupo ha amenazado a los medios de comunicación locales con tomar medidas contra ellos si les denominan "extranjeros".
Por otro lado, Ali Fidow dijo que el ataque suicida llevado a cabo ayer por uno de sus combatientes contra un cuartel de la Policía y tropas gubernamentales cerca del puerto de Mogadiscio, en el que murieron seis agentes, un civil y el autor del atentado, fue "una victoria".
"Nuestro hermano Abdulkader Hassan Mohamed, llamado 'Atiir', ciudadano somalí, llevó a cabo una operación de martirio (suicida) ayer, mató a docenas de soldados y destruyó instalaciones militares", dijo el dirigente radical integrista.
Ayer, el jefe del cuartel atacado, coronel Abdulahi Osman Agey, dijo a Efe que el suicida "parecía extranjero, pero no era un blanco", y lo describió como "un africano joven, bajo y fornido, muy distinto del tipo normal somalí".
Por otro lado, el ministro somalí de Asuntos Humanitarios, Sheikh Mohamed Abdullahi, conocido como "Garweyne", dijo hoy a los periodistas que al menos 208 personas han muerto en Mogadiscio desde que empezaron los combates entre los radicales rebeldes y las tropas del Gobierno el pasado 8 de mayo.
"Garweyne" confirmó que más de 700 personas han resultado heridas en los combates.
La organización independiente somalí Centro para la Paz y los Derechos Humanos dijo que el número de muertos asciende a más de 310: "El ministro habla sólo de Mogadiscio, mientras hay otros escenarios de guerra en el centro del país", dijo el portavoz de este grupo, Hassan Moalim Yusuf.
Ayer, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) hizo público un comunicado en el que señalaba que, tras los combates del viernes pasado, unas 8.000 personas más abandonaron Mogadiscio, con lo que el número de desplazados de la ciudad en los últimos quince días es de 57.000.
Sheikh Ahmed, un integrista islámico relativamente moderado, fue elegido presidente de Somalia el pasado 31 de enero por el Parlamento del país reunido en Yibuti, en un tercer intento de crear un Gobierno Transitorio que saque al país del caos en que está sumido desde que fue derrocado en 1991 el dictador Siad Barre.
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