Este artículo se publicó hace 17 años.
Los presos de Guantánamo traspasan la alambrada con sus poemas
"Tomad mi sangre. Tomad mi sudario de muerte y los restos de mi cuerpo. Tomad fotografías de mi cadáver en la tumba, solo". Así comienza el "Poema de Muerte", escrito por el bahrainí Jumah Al Dossari, detenido en Guantánamo durante más de cinco años.
Su poesía y las de otros dieciséis presos, muchos de los cuales continúan en ese centro de detención estadounidense, forman parte del libro "Poemas desde Guantánamo: los detenidos hablan", que tras su publicación en EEUU por la Universidad de Iowa ha llegado esta semana al Reino Unido, donde fue presentado este miércoles.
Son en total veintidós poemas, recopilados por Marc Falkoff, abogado de diecisiete yemeníes presos en Guantánamo (base estadounidense en Cuba), y que ofrecen al mundo, en sus palabras, "una oportunidad única para escuchar directamente hablar a los propios detenidos del tiempo que pasaron en el tristemente célebre campo de prisioneros de EEUU".
Los versos abordan "la angustia, el horror, la esperanza, la frustración y el enfado" de los detenidos, según explicó esta semana el británico Moazzam Begg, que pasó tres años en ese centro donde siguen presos trescientos hombres y que ha participado en el libro.
Y tienen tras sí historias como la de Dossari, que además de permanecer más de cinco años detenido sin cargos ni juicio, ha sido víctima de abusos físicos y psicológicos, ha permanecido en una celda de aislamiento y ha intentado suicidarse en doce ocasiones, según la información de Amnistía Internacional (AI).
O la del saudí Siddiq Turkestani, que tras ser detenido y torturado por miembros de Al Qaeda hasta que "confesó" haber conspirado para matar a Osama Bin Laden acabó preso en Guantánamo a pesar de que los servicios secretos estadounidenses le habían prometido "una rápida liberación" tras conocer su historia.
Sus versos, pese a todo, rezuman esperanza: "Incluso si el dolor de la herida se incrementa, debe haber un remedio para tratarlo. Incluso si los días en prisión perduran, debe haber un día en el que salgamos".
El libro de poema, que el editor dedica a sus amigos "al otro lado de la alambrada", ha seguido un difícil camino hasta ver la luz.
"En el primer año de su detención, muchos presos no estaban autorizados a utilizar de forma regular bolígrafo y papel. Algunos esbozaban poemas cortos en las tazas de espuma de poliestireno que se habían guardado de las bandejas del almuerzo y la cena", relata Falkoff.
Ante la falta de instrumentos de escritura, recurrían a guijarros para inscribir sus palabras en los recipientes, que después se pasaban entre ellos, pero esas tazas-poemas solían acabar en la basura, con los otros desperdicios.
Shaikh Abdurraheem Muslim Dost, un poeta y ensayista paquistaní que pasó casi tres años en Guantánamo, reconstruyó de memoria dos de esos poemas, que se han incluido en esta recopilación.
"¿Qué tipo de primavera es ésta, donde no hay flores y el aire está lleno de un aroma deprimente?", reza uno de ellos.
Muchos de los versos "eran destruidos o confiscados" antes de que los abogados tuvieran acceso a ellos y, además, "el Pentágono se niega a permitir que la mayoría de las poesías" se hagan públicas por temor a que los detenidos "traten de pasar a escondidas mensajes codificados fuera de la prisión", explica Falkoff.
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