Este artículo se publicó hace 15 años.
El primer humano de Asia era en realidad "un simio misterioso"
Uno de los descubridores de la mandíbula de Longgupo, atribuida a un Homo habilis de 1,9 millones de años, niega ahora la humanidad de la quijada
En la década de 1980, dos paleontólogos chinos hicieron un descubrimiento revolucionario en la cueva de Longgupo, muy cerca del río Yangtsé a su paso por la provincia de Sichuán. En el yacimiento, junto a restos de mastodontes, osos panda prehistóricos y Gigantophitecus, el mayor de los primates que ha pisado el planeta, apareció una misteriosa mandíbula de apariencia humana rodeada por rudimentarias herramientas de piedra. Tras muchas deliberaciones, científicos chinos y de EEUU anunciaron al mundo en 1995 que aquella quijada perteneció a un Homo habilis que se paseó por Asia hace 1,9 millones de años.
Su estudio, publicado en la revista Nature, prácticamente talaba el árbol evolutivo contemplado en la época. Hasta entonces, se pensaba que los primeros humanos que llegaron a Asia oriental desde su refugio africano no lo hicieron hasta hace un millón de años, y se suponía que fueron Homo erectus, los homininos más viajeros hasta la llegada de los Homo sapiens.
El hallazgo fue espectacular, pero incorrecto. La mandíbula que supuestamente perteneció al primer humano asiático conocido fue, en realidad, de un mono. "He cambiado de opinión. Ahora estoy convencido de que el fósil de Longgupo y otros similares no corresponden a un humano anterior al Homo erectus, sino, más bien, a uno o varios misteriosos simios indígenas de los bosques asiáticos del Pleistoceno", escribe hoy en Nature el paleoantropólogo Russell Ciochon, uno de los científicos que proclamaron el descubrimiento hace casi 15 años.
Su marcha atrás se apoya en la comparación de los huesos del supuesto primer asiático con restos de otros primates desenterrados desde entonces. Sin embargo, ¿cómo explicar la presencia de útiles de piedra en la cueva? "Posiblemente fueron añadidos más tarde al yacimiento", se responde el propio Ciochon.
Para la paleoantropóloga María Martinón-Torres, el escepticismo hacia la humanidad de la mandíbula de Longgupo "no descarta que haya restos humanos en Asia con 1,9 millones de años". La científica, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, en Burgos, lleva siete años repartiendo su tiempo entre el yacimiento de Atapuerca y el de la aldea georgiana de Dmanisi. En este último, ya han aparecido fósiles humanos de 1,8 millones de años. "Asia es un continente que no ha sido explorado por la ciencia. Con la visión africocentrista que existe en la paleoantropología, todo lo que aparece fuera de África es una sorpresa, nunca encaja en el esquema", explica.
Para Martinón-Torres, hay que tener en cuenta que "las dispersiones no son siempre de África a Asia", por lo que pudieron surgir nuevas especies de homininos en Asia, como se pensaba de los supuestos Homo habilis deLonggupo, y colonizar otros puntos del planeta.
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