Este artículo se publicó hace 14 años.
El Príncipe ve en el milagro peruano el incontestable avance de Iberoamérica
El Príncipe de Asturias alabó hoy el "milagro peruano" que ha permitido avanzar a este país andino y que es la "demostración palpable" de que Iberoamérica "ha dejado de ser el continente de la esperanza" para convertirse en el protagonista de un "incontestable" crecimiento económico y social.
"Cuando aún soplan vientos de crisis económica internacional, los peruanos son protagonistas de un crecimiento intenso y sostenido que atrae a empresarios e inversores del mundo entero", dijo esta noche el heredero de la Corona española en la cena oficial que, con motivo de la visita a Perú de los Príncipes, le ha ofrecido el presidente peruano, Alan García.
Ante su anfitrión y unos 120 invitados, Don Felipe resaltó la "indisoluble" amistad entre los dos países, que los Príncipes quieren ahondar y extender con esta visita.
En su discurso, destacó las reformas estructurales, administrativas y legislativas emprendidas por el Gobierno de García y unas cuentas públicas saneadas, lo que ha favorecido "un clima de estabilidad económica y de seguridad jurídica".
Además, continuó, muchas obras sociales y nuevas infraestructuras están alejando a miles de peruanos de la exclusión social y de la pobreza.
Y todo ello, gracias al "empeño colectivo", al "esfuerzo ilusionado" de los peruanos y a la "sensatez y realismo" de sus gobernantes.
El Príncipe subrayó el compromiso de las empresas españolas con Perú porque, de hecho, son la principal fuente de inversión extranjera en este país, e hizo hincapié en el "esfuerzo importante" de las distintas administraciones españolas, ONG y entidades privadas en materia de cooperación al desarrollo.
También agradeció la "aportación valiosa" al crecimiento y bienestar de España de los miles de peruanos que viven allí.
Antes del discurso del Príncipe, el presidente peruano alabó la España "madre y maestra", "democrática" y "empeñada" en la defensa de la libertad y de los derechos humanos.
García hizo llegar a los Príncipes el reconocimiento y agradecimiento de Perú por el "fortalecimiento" de las relaciones bilaterales y por el mayor acercamiento de España, el primer inversor en carreteras, tratamiento de agua, energía eléctrica, petróleo o gas.
Unas inversiones que, según García, han ayudado e impulsado el desarrollo de Perú, que está recorriendo un camino "paciente" para vencer y erradicar la pobreza, dijo, algo que exige "pragmatismo", "realismo" y, sobre todo, "sacrificar intereses inmediatos".
La cena cerró la primera jornada de los Príncipes en Perú, que comenzó con una ofrenda floral en el Monumento a los Próceres y los Precursores de la Independencia.
Después se trasladaron al Palacio de Gobierno, donde fueron recibidos por Alan García, con quien el Príncipe mantuvo un encuentro de algo más de una hora, una duración superior a la habitual en este tipo de reuniones y en las que el mandatario peruano agradeció la aportación española al crecimiento de Perú.
Antes, tuvo lugar la anécdota de la jornada, ya que por un error de protocolo la Princesa se incorporó algo más tarde que su esposo a la escalinata del Palacio y cuando ya sonaban los himnos nacionales de los dos países.
Al finalizar esa interpretación, García ofreció su brazo a Doña Letizia y recorrió con ella, en los dos sentidos, la alfombra roja por la que previamente había accedido el mandatario peruano con el Príncipe.
Más tarde se trasladaron al Congreso para reunirse con su presidente, César Zumaeta, y con los responsables de la Comisión de Relaciones Exteriores.
Los Príncipes almorzaron con un pequeño grupo de personas en una restaurante popular de cocina peruana y se desplazaron a la Universidad Nacional Mayor San Marcos, la más antigua de América, para participar en un acto académico sobre el diccionario de americanismos.
Allí, Don Felipe abogó por la unidad del español, "base de la unidad de acción de los pueblos hispanos", para no perder una seña de identidad y un patrimonio recibido de "nuestros antepasados" y que hay que entregar, enriquecido, a "nuestros hijos", porque "la lengua -dijo- la hacemos y nos hace".
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