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Príncipes de las alturas

En globo sobre Doñana, la mayor reserva ecológica de Europa. 

CARMEN V. VALIÑA

Flotar, sentir la brisa en el rostro y la sensación de que tocamos, a centímetros de nuestros dedos, las copas de los árboles. Como en un sueño, ver un poquito más cerca las aves que desde el suelo nos parecen inalcanzables. Volar en globo y dejarse llevar a merced del viento, sabiendo de dónde salimos pero no dónde acabaremos, tiene siempre un punto de romanticismo al unir lo imprevisible y lo nuevo. Si el vuelo en globo se realiza sobre el Parque Nacional de Doñana, la mayor reserva ecológica del continente europeo, la experiencia se vuelve todavía más impresionante.

A un paso de África sin dejar de ser europea, Doñana es un auténtico mosaico de ecosistemas: dunas, bosques, y sobre todo la marisma, de extraordinaria importancia como lugar de paso, cría e invernada para miles de aves. Más de trescientas especies de ellas habitan el Parque, dotándolo de una biodiversidad única en todo el continente europeo. El perfil de Doñana no sería el mismo sin que surcase sus cielos el águila imperial ibérica (una de sus especies emblemáticas, junto con el lince) o sin la panorámica visual espectacular que ofrecen los cientos de ejemplares de flamencos rosas. Jugar por un momento a ser como ellos es lo que nos ofrece la experiencia de dejarse llevar por el viento en un globo.

Ropa y calzado cómodos son las únicas premisas para elevarse y contemplar el Parque Nacional desde las alturas. Nos encontramos ante una actividad dirigida a públicos muy diversos, en la que pueden participar tanto grupos como una sola persona. También niños con su familia desde una edad tan temprana como los siete años. El ritual es siempre el mismo: tras la maniobra de hinchado, el piloto enciende los quemadores y la aeronave se pone en pie. Los pasajeros suben y comienza la ascensión. Desde el aire los colores de campos parecen pinceladas, y las personas y los animales se van desdibujando progresivamente. Todo está en calma, todo adquiere un perfil etéreo, irreal.

Cuando la aventura en el cielo llega a su fin, queda tiempo para disfrutes más terrenales: las empresas que organizan vuelos en globo por Doñana ofrecen a sus clientes un desayuno andaluz en el que las tostadas con jamón serrano y aceite de oliva son el acompañamiento perfecto para el café y el zumo de naranja.

Habrá quien con el viaje en globo haya superado su miedo a volar. Quien se haya sentido más libre que nunca. Quien descubra nuevas perspectivas desde el cielo que no hacen sino incrementar la variedad de las visiones desde tierra. Sea como fuere, todos los participantes en esta actividad se convertirán en auténticos príncipes de las alturas con el 'bautismo del aire', una ceremonia en la que son regados por cava bien frío al tiempo que adquieren su nombre aeronáutico y se les entrega un diploma de vuelo. La experiencia ha llegado a su fin. Toca ahora volver a casa, con la maleta llena de nubes.



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