Este artículo se publicó hace 17 años.
Prisiones activa la rehabilitación de maltratadores
Instituciones Penitenciarias ha activado el cumplimiento de penas alternativas para aquellos maltratadores condenados a menos de dos años, que no ingresan en prisión, pero están obligados judicialmente a seguir un programa de reeducación.
El objetivo es disminuir la reincidencia, circunstancia que acompaña a muchas de las víctimas -69 de ellas muertas en 2007-, y acabar con la sensación de impunidad en el agresor, que permanecía en casa a la espera de plaza en un curso, sin cumplir lo estipulado por el juez.
La Ley Integral contra la violencia de género, aprobada hace casi tres años, ha favorecido el incremento de denuncias, condenas y medidas de protección, pero había un incumplimiento en el desarrollo de estos programas, hasta ahora en manos de entidades y ONG, de forma voluntarista, con poca financiación y sin unidad de criterio, a pesar de lo cual se les reconoce una importante labor.
Los condenados pueden rehabilitarse en prisión, en programas que hoy, según Instituciones Penitenciarias, siguen voluntariamente 330 reclusos en 42 cárceles, y fuera de ella si la condena es menor de dos años y el juez acuerda la suspensión de pena a cambio de medidas alternativas.
Prisiones ha reforzado sus recursos con 50 psicólogos y 95 trabajadores sociales, formados en tratamiento de agresores en el ámbito familiar y distribuidos por todas las provincias, ha firmado acuerdos con 18 colegios profesionales para la colaboración de otros 500 psicólogos, y promueve convenios con las Comunidades: las primeras Andalucía, Cantabria y Galicia, y en "proceso de redacción" los de Asturias, Aragón y Extremadura.
La primera misión de estos psicólogos ha sido "activar las penas y entrevistar a los condenados. Ya tenemos a todos los penados por violencia de género en el itinerario penal", dijo a Efe José Ignacio Bermúdez, subdirector general de Medio Abierto y Medidas Alternativas de Instituciones Penitenciarias. A continuación, se ha puesto en marcha un programa propio para su tratamiento.
"Antes -reconoce- el maltratador podía estar en su casa esperando plaza en un curso. Tenía la pena alternativa, pero no había un programa de referencia. Ahora percibirá que está activa y va a tener que cumplir lo estipulado por el tribunal".
"Ya podemos ofertar a los jueces y tribunales una red de recursos para generar confianza en la justicia", añade.
Además habrá una relación fluida con los magistrados: "se les comunicará si una persona, con riesgo de reincidencia, no está cumpliendo las expectativas, por si considera que debe cambiar la sentencia".
SIN CIFRAS
El último informe del Defensor del Pueblo denunciaba que 1.700 condenados por maltrato no recibían tratamiento rehabilitador en 2006, y cabe suponer que ha aumentado.
Desde Instituciones Penitenciarias no se precisa la cifra. La explicación es que no está tipificado el delito de "violencia de género", sino que hay una decena de tipos delictivos -lesiones, amenazas, agresión sexual...- relacionados con la violencia machista.
Actualmente "hay 10.000 personas con medidas alternativas vinculadas a esa decena de tipos delictivos -6.000 con trabajos en beneficio de la comunidad y 4.000 con suspensión de condena- pero no significa que todos sean condenados por violencia de género", indica Bermúdez.
"Es responsabilidad de la Administración" afrontar su tratamiento, homologar los programas y "liderar la reeducación de los maltratadores", afirma el subdirector de Medio Abierto.
Hasta ahora, "centros de salud, ONG y asociaciones mas o menos solventes cubrían esa laguna", añade. "Algunas experiencias ofrecen mucho crédito y otras más dudas, pero han desarrollado un gran trabajo".
"Han estado cubriendo un hueco", opina también Jesús Herrero, psicólogo penitenciario en Nanclares de Oca (Alava), que ha participado en el diseño del programa de Instituciones Penitenciarias y en la formación de psicólogos y educadores.
Estos programas, de un año de duración, "están enfocados a que no haya víctimas. Es otra forma de ayudarlas", dijo a Efe Herrero, aunque hay sectores -en referencia a las asociaciones de mujeres- que tardan en entenderlo: "Ni se van de rositas, ni es por hacerles una gracia a ellos".
MALTRATADORES TERAPEUTAS
Sobre los maltratadores, Herrero señala que hay un perfil muy amplio, de edades y clase social, pero con características de personalidad comunes: ideas distorsionadas sobre la eficacia del uso de la violencia y sobre el rol de la mujer.
Al principio -agrega- "tienen múltiples mecanismos de defensa: había que ver como era ella, yo había bebido y no era responsable....", y se sienten "incomprendidos, víctimas del sistema judicial y los medios de comunicación". Hay que romper esa percepción.
Luego pueden "cambiar como de la noche al día" e incluso volver "como terapeutas" a dar su testimonio en alguna sesión.
No hay estudios globales sobre la eficacia de los programas, pero los profesionales consideran que "funcionan".
"El éxito en la intervención con hombres está en que dejen de agredir, pero es responsabilidad de ellos, no debe recaer solo en el programa", señala Alex Araujo, responsable del Servicio de Atención a Hombres que Maltratan del Instituto de Reinserción Social (IRES), donde desde 1998 han atendido a más de 500 en Barcelona y Girona.
Entre un 60-70 por ciento de ellos experimentaron mejoras muy significativas, "pero no puedo decir que nunca volverán a agredir. El programa no es responsable de toda la vida de una persona", asegura Araujo.
El IRES trata a agresores que acuden voluntariamente, pero antes trataron condenados por el juez a "programas formativos": "venían a diez sesiones, cumplían, pero no había intervención terapéutica", explica.
Merce Legua, presidenta de la Asociación de Profesionales contra la Violencia (Previo), de Valencia, destaca que la rehabilitación del agresor es "esencial. Romperá la relación con la víctima, pero tendrá otra pareja y repetirá comportamientos", e insiste en que "los cursos de formación que piden los jueces no son suficientes para rehabilitar a una persona con conducta violenta".
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