Este artículo se publicó hace 12 años.
Prisiones justifica el tercer grado al etarra con cáncer Bolinaga: a otros 352 reclusos se les concedió en 2010
Según la memoria anual de la institución, en 2010 murieron 185 presos, entre ellos 101 por causas naturales y 39 muertes por sobredosis
La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias concedió el tercer grado a 352 reclusos por razones humanitarias o por enfermedad grave en 2010, año en el que fallecieron en las cárceles 185 presos, la mayoría por causas naturales, han informado fuentes de Prisiones.
Fue por esas razones, en aplicación del artículo 104.4 del Reglamento Penitenciario, por el que se clasificó en tercer grado el pasado viernes al preso etarra enfermo de cáncer Iosu Uribetxebarria Bolinaga, condenado por el secuestro del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara.
Según la memoria anual correspondiente al año 2010 de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, en esos doce meses murieron 185 internos en las cárceles, de los que 101 perdieron la vida por causas naturales, especialmente cardiopatías, sin que hubiera existido un diagnóstico previo sobre su estado de salud. Las fuentes consultadas han explicado además que algunos de estos 101 fallecidos por causas naturales eran presos preventivos, por lo que la competencia sobre su situación es de un juez y no de Prisiones.
Asimismo, ese año se produjeron en las cárceles 39 muertes por sobredosis, casos que normalmente se producen tras disfrutar de un permiso de fin de semana durante el que se exceden en el consumo de drogas, mientras que otros 23 reclusos se suicidaron. Entre ellos, también se dieron casos de presos etarras, según las mismas fuentes. Por ejemplo, Aitzol Gogorza, nacido el 17 de septiembre de 1975 en Rentería (Guipúzcoa), fue trasladado por Prisiones a la cárcel de Basauri el pasado mes de abril por padecer un grave trastorno mental con "tendencias suicidas", por lo que se le aplicó el protocolo de prevención de suicidios.
Otros 16 presos fallecieron como consecuencia del virus del sida, algunos de los cuales se encontraban bien pero cuya enfermedad se complicó con diversos episodios que no estaban previamente diagnosticados.
Por último, cinco internos fallecieron como consecuencia de un accidente, como caídas o percances mientras trabajaban, y uno murió a manos de un compañero de la prisión. También se dan casos de presos ya diagnosticados que fallecen en prisión como causa de su desarraigo. En estos casos, han subrayado las fuentes consultadas, Prisiones trata, en colaboración con diversas ONG, de buscar al recluso una casa de acogida, pero si no es posible, permanece en la enfermería de la prisión hasta que, cuando su estado de salud está ya muy deteriorado, se le traslada al hospital más cercano.
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