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Los protagonistas del diálogo social

Los agentes sociales creen que el ministerio tiene un perfil demasiado bajo

Los agentes sociales creen que el ministerio tiene un perfil demasiado bajo.

La que podría haber sido una de las conquistas más celebradas de la segunda legislatura de Zapatero, un acuerdo con los agentes sociales, se ha acabado convirtiendo en un auténtico quebradero de cabeza para la Moncloa. El presidente intentó hacerse responsable en un primer momento, cuando en julio de 2008 se firmó el principio de entendimiento de la concertación social, pero su intermitente compromiso y seguimiento no ha logrado el efecto esperado.

Aunque la responsabilidad contraída por la Moncloa no ha estado a la altura de las circunstancias, el principal damnificado ha sido el Ministerio de Trabajo, que de natural debería haber sido el capitán de las negociaciones y por el deseo de Presidencia de controlar el proceso se ha visto relegado a mero timonel.

Esto ha provocado que en público y en privado los agentes sociales aseguren que este es el Ministerio de Trabajo que ha tenido un perfil más bajo en cualquier proceso de negociación tripartita. Toxo ha llegado a asegurar que Salgado era la auténtica responsable del proceso. El nombramiento de Alfonso Morón como secretario de Estado para el Diálogo Social intentó encarrilar el proceso, pero de facto ha tenido escasas repercusiones, ya que en dos meses casi no se han acercado las posturas.

El secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, dejó traslucir la semana pasada su pesimismo por el estado de la interlocución social. Toxo recordó que en verano había puesto muchas esperanzas en el Diálogo Social, para luego ver cómo el proceso se estrellaba contra las peticiones extremas de la patronal. Toxo también ha sido especialmente crítico con el papel del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, e incluso con el de la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, porque no logró
coordinar políticamente el proceso en sus inicios.

El sindicato ha sido uno de los principales defensores de la idea de impulsar el modelo de Expedientes de Regulación de Empleo con reducción de jornada que se ha conocido popularmente como contrato alemán. Sin embargo, no le han gustado las propuestas del Gobierno para potenciar el contrato a tiempo parcial, sobre todo el que se articula bajo la premisa de horario variable y que está destinado a atender las decisiones de producción de los empresarios.

Sin embargo, y sorprendentemente, Toxo sí se mostró abierto esta semana a estudiar los sistemas de indemnización por despido que funcionan en otros países, como Austria, pero sin que eso suponga una merma de los derechos de los trabajadores. 

El proceso de Diálogo Social arrancó con una importante distorsión en el ambiente: la propuesta del Gobierno de alargar la edad legal de jubilación hasta los 67 años. Aunque los sindicatos se comprometieron a intentar mantener separadas las dos propuestas de reforma, la repentina salida del Gobierno enrareció las buenas relaciones que los agentes sociales mantenían con la Moncloa.

UGT ha mostrado en todo momento su discrepancia absoluta con el Gobierno en este aspecto y no son pocas las veces en las que desde entonces lo ha acusado de voluble en los temas relacionados con el mercado laboral.

Además, el sindicato es especialmente beligerante con la propuesta para que las Empresas de Trabajo Temporal (ETT) entren en los Servicios Públicos de Empleo. El secretario general de UGT, Cándido Méndez, ha arremetido en numerosas ocasiones contra un modelo que haga que los empresarios se 'lucren' de la recolocación de desempleados.

Las políticas activas de empleo y la reforma en la Formación Profesional son otras importantes demandas del sindicato. En cualquier caso, Méndez advirtió recientemente de que el acuerdo que se alcance no solucionará 'el problema del paro, ya que su raíz no está en la normativa laboral'. 

A las prisas del Gobierno se ha unido un mal compañero de viaje, lo que el secretario general de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo, califica de 'ruido externo'. Los problemas empresariales del jefe de la patronal, Gerardo Díaz Ferrán, han vuelto a poner en el punto de mira la representatividad de la cúpula de la patronal, que cada vez está más debilitada.

A la situación privada de Díaz Ferrán se unieron las salidas de tono públicas de algunos de los miembros de la CEOE. La de mayor repercusión mediática fue la propuesta de contrato basura (un modelo sin despido para jóvenes) que anunció José de la Cavada, director de relaciones laborales.

Sin embargo, los sindicatos se han sentido especialmente dolidos con las declaraciones del director del gabinete económico, José Luis Feito, que ha asegurado que para crear empleo era necesario bajar los salarios. CCOO y UGT se han tomado estas palabras como una traición de la patronal al pacto de salarios que se firmó el pasado febrero.

Santiago Herrero, jefe de la patronal andaluza y responsable del proceso en la CEOE, no emana confianza en la negociación, ya que esta misma semana pidió que el Ejecutivo 'gobernase' si no se llegaba a un acuerdo. 

En el año que ha transcurrido de infructuoso Diálogo Social, la petición de la patronal de las pymes ha sido una suerte de mantra: más financiación, más financiación. La organización empresarial incluida en la CEOE se ha mantenido distanciada de las peticiones de la gran patronal, tanto en abaratamiento del despido como en la rebaja de las cotizaciones. 'Si nos la dan, no vamos a decir que no', ha dicho en alguna ocasión el presidente de Cepyme, Jesús Bárcenas, respecto al recorte de las cuotas empresariales. Sin embargo, el interlocutor ha preferido medir sus fuerzas y centrar su reivindicación en lo que cree es el principal problema de las empresas, por lo que se ha esforzado en pedir mejoras en los créditos ICO y en la lucha contra la morosidad.

Con todo, el papel de las pymes se ha visto muy condicionado por el enfrentamiento de su presidente con Gerardo Díaz Ferrán. Desde que Bárcenas se distanció del líder de la CEOE, ha intentado dar cierto empaque y personalidad propia a las demandas de la entidad dentro de la organización.

Sin embargo, la posición de Bárcenas dentro de los círculos empresariales también es muy débil, ya que se le censura que no alce la voz dentro de las reuniones oficiales. 

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