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El pulso de los mercados

Reaparece el fantasma de la crisis de la peseta, esta vez con la deuda pública

ERNESTO EKAIZER

Recuerdan ustedes lo que le pasó a la pobre peseta de Felipe González en 1992 y 1993, cuando España estaba en el Sistema Monetario Europeo? Estamos a mediados de septiembre de 1992. La libra esterlina y la lira italiana abandonan el mecanismo de tipos de cambio y la peseta se devalúa un 5%, pero se mantiene en su banda de fluctuación. Un mes después, la peseta se vuelve a devaluar, al tiempo que el escudo portugués. Dos meses más tarde, la libra irlandesa se devalúa como consecuencia de la fuerte depreciación a la que estaba siendo sometida la libra esterlina. Y en mayo de 1993, la peseta se devalúa por tercera vez, mientras el escudo vuelve a depreciarse.

Es aquel momento en el que José María Aznar estaba convencido de ganar a horcajadas de la recesión y el derrumbe de la peseta las elecciones generales de 1993. Y, en medio de la ofensiva especulativa en los mercados (que se lo pregunten a George Soros, que ganó 1.000 millones de dólares en aquellos días), propone que España salga del Sistema Monetario Europeo, una posición de la que enseguida, Rodrigo Rato mediante, se retracta.

En esta depresión el talón de Aquiles de la moneda única está al descubierto

En esta ocasión, en el contexto de la depresión actual, el talón de Aquiles de todo el andamiaje de la moneda única, el euro, está al descubierto. Esto es: la existencia de una política monetaria única para 16 países que experimentan dentro de la crisis sus propios problemas autóctonos. Algunos, como es el caso de España, derivados de la acumulación de la doble burbuja inmobiliaria y del crédito en los últimos diez años.

Pero lo más espectacular es que, como parte de la salida de la crisis, la respuesta monetaria tanto de la Reserva Federal norteamericana como del Banco Central Europeo (BCE) ha alimentado una nueva burbuja. La liquidez que han facilitado, en lugar de filtrarse, como se suele decir, hacia las empresas vía bancos privados, ha terminado en el casino..., con perdón, en las bolsas mundiales. De ahí que, con economías cayendo dramáticamente en 2009, los mercados bursátiles, empezando por el español, se han revalorizado desde marzo a diciembre de 2009 un 70%.

En este contexto, con los gobiernos saliendo en tromba para endeudarse y detener la depresión, los gestores de fondos que operan en bolsa no han tenido que exprimirse mucho el cerebro apelando a modelos matemáticos sofisticados y han tirado por la calle de en medio: a apostar a la baja. Y especialmente en aquellos países más vulnerables: la llamada 'periferia europea'. Esto es: Irlanda, Grecia, Portugal y España. El gran bautismo de fuego del euro es precisamente este: el de la gran crisis financiera. Una crisis que no estaba contemplada ni como hipótesis en la unión monetaria vigente. A lo sumo una recesión más o menos clásica. Con un toque de tipos todo volvía a su cauce. Pero he aquí que esto no es una recesión cíclica. Tiene todos los elementos de una depresión, por lo menos en España, en Reino Unido y en EEUU: el alto nivel de endeudamiento, la burbuja de activos

Los gestores de fondos han apostado a la baja por los más débiles

César Alierta, presidente de Telefónica, explicó el pasado viernes en Bilbao la caída de la bolsa española. 'Ayer fue un día de chartistas, bajistas, y cortistas, se concentró todo lo negativo, una concentración de todos los bajistas mundiales, vendiendo a corto España, vendiendo a corto el Ibex 35. Tuvimos todos los cortistas del mundo poniéndose cortos y sin razones fundamentales, porque no hay ninguna razón fundamental para lo que pasó ayer', dijo. Lo que dice es importante por dos razones: porque Telefónica está sufriendo ese castigo y porque, además, es uno de los mayores expertos bursátiles de este país.

Zapatero habló sobre los especuladores el pasado viernes al presentar la propuesta de reforma laboral. Pero lo que Alierta parece querer decir es que, aparte de la especulación, que haberla hayla, se trata de un mercado que ha venido creciendo sobre bases meramente técnicas, con apuestas a corto, y que estaba abocado a una corrección ahora ayudada por los cortistas.

El pasado domingo 24 de enero, Zapatero invitó a Cándido Méndez y a Ignacio Fernández Toxo a tomar café a la Moncloa para hablar del proyecto de reforma laboral. En cierto momento, y como quien no quiere la cosa, Zapatero habló de retrasar la edad de jubilación. Los dos líderes le explicaron por qué no debía lanzarse por ese tobogán. Y se fueron con la idea de haberlo persuadido. El viernes 29 de enero comprobaron que no era así.

El pasado viernes, 5 de febrero, por la mañana, ambos líderes recibieron la llamada del palacio de la Moncloa. La presencia de Zapatero en la reunión, en la cual estaría presente el ministro Corbacho, era, hasta entonces, sólo una posibilidad. Esa mañana se confirmó. Los líderes entraron con la convicción de que tras el pensionazo la propuesta formal de reforma laboral sería genérica, el puntapié de la negociación. Esta vez no se equivocaron.

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