Putin nombra a un ultranacionalista como representante permanente ante la OTAN

El presidente ruso, Vladímir Putin, nombró hoy por decreto al político ultranacionalista Dmitri Rogozin como representante permanente de Rusia ante la OTAN.

Rogozin, ex líder del partido nacionalista Ródina (Patria), se mostró dispuesto a asumir sus funciones "de inmediato" con el fin de "servir a Rusia", informó la agencia Interfax.

Además, llamó a sus partidarios, pero también a la "oposición patriótica", a cooperar con el Gobierno para devolver a Rusia su "estatus de gran potencia".

"En este momento crucial para nuestra patria, cuando se decide la senda que tomará Rusia y si nuestro país recuperará el estatus de gran potencia, los patriotas no deben quedarse de brazos cruzados", dijo.

Según los analistas, el nombramiento de un político conocido por su ideario nacionalista y por sus duras críticas a Occidente como Rogozin refleja el mal estado de las relaciones entre Rusia y la Alianza Atlántica.

"Este hombre es un boxeador que va a fajarse con la OTAN. Hasta hace poco, Rogozin era considerado un extremista al que era peligroso dejarle actuar en política nacional", señaló Alexandr Rahr, jefe del Consejo de Política Exterior alemán a la agencia Interfax.

Rahr destacó también el origen montenegrino de Rogozin y que "por eso defenderá los intereses serbios en Occidente".

Periodista de formación, Rogozin fue diputado (1997-2007), jefe de la comisión de Exteriores y subjefe de la comisión de Seguridad de la Duma o Cámara de Diputados de Rusia, además de representante especial ante la Unión Europea para el enclave de Kaliningrado.

Considerado leal al Kremlin, Rogozin se vio envuelto en la polémica en 2005 cuando su partido fue excluido de las elecciones a la Duma de Moscú después de que el Tribunal Supremo considerar xenófobo uno de sus anuncios publicitarios.

En el anuncio Rogozin, de 44 años, llamaba a "limpiar la ciudad" de inmigrantes, en particular, los procedentes del Cáucaso.

El Kremlin acusa a la OTAN de ampliar su esfera de influencia hasta sus fronteras y de negarse a ratificar el tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE), piedra angular de la seguridad del continente.