Este artículo se publicó hace 16 años.
Rafael Reig analiza la letra candidata a ponerle letra al himno
«¡Viva España! Cantemos todos juntos con distinta voz y un solo corazón»
Unidad cardíaca en lo universal
¿Nos merecemos una letra para el himno? Sobre todo teniendo en cuenta la principal característica de esa música tan acelerada y briosa: que sólo puede cantarse simulando un ataque de hipo o unas incontenibles ganas de hacer pis.
Que viviera España era inevitable. Las opciones eran bastante limitadas. O que subiera (¡Arriba España!) o que muriera y Dios la tuviera en su gloria (¡Gloria a España!). Las voces distintas aludirán a la pluralidad lingüística de nuestro país. Ahora bien, ¿por qué esa unidad e indisolubilidad cardíaca de la nación? ¿No se nos autoriza a una pluralidad de sentimientos?
«¡Viva España! Desde los verdes valles al inmenso mar, un himno de hermandad»
Desde aquí hasta allí, por ejemplo
¿Por qué los valles y el mar? Sin duda para evitar las montañas, que hubieran sido lo más apropiado. Vista la imaginación del autor para los adjetivos, si metía montañas sólo tenía a su disposición o las montañas nevadas (demasiado franquista) o las montañas lejanas (demasiado aznarista). Fuera montañas.
«Ama a la Patria pues sabe abrazar bajo su cielo azul pueblos en libertad»
Ama a la patria (si te da la gana)
¿A qué viene esa mayúscula? Sí, esa de “Patria”. ¿Y el imperativo? ¿Quién nos ordena que amemos a la patria y, encima, tuteándonos? Debe de ser el rey, que tutea a todo quisque, hasta para mandar callar. Que se lo digan si no a Chávez, que ración tuvo en la cumbre de Chile. Y tenemos que amarla porque ella sabe abrazar pueblos. Comprendido: la patria es como una muralla que rodea y abraza a una población (o a varias). Pero, cuidado, la patria es caprichosa: sólo abraza bajo su cielo azul: los días de lluvia o si el cielo está encapotado, la patria no está para abrazos. Y bajo otros cielos, aunque sean azules, tampoco: si hay españoles bajo el cielo azul de París, a esos la patria ya no los abraza. Que se fastidien: por salir a ver mundo.
«Gloria a los hijos que a la Historia dan justicia y grandeza, democracia y paz»
Los hijos de la gran p... ¡patria!
¿De qué hijos habla ahora el letrista, que me he perdido? ¿Somos todos hijos de la patria? Oiga, eso lo será usted. ¿Y los padres de la patria, los diputados? Esos son nuestros abuelos. ¿Y resulta que le tenemos que dar democracia a la Historia? A ver: cogemos la Historia, pongamos la del Imperio Austro-Húngaro, y le damos dos tazas de democracia. ¿Y a la de la Alemania nazi, grandeza? ¿Llenamos de paz y justicia las guerras carlistas?
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