Este artículo se publicó hace 12 años.
Ramón Buckley enfoca a un Miguel Delibes intelectual, precursor e inagotable
Una nueva biografía sobre Miguel Delibes, de la que es autor Ramón Buckley, trata de desmontar los tópicos que sobrevuelan la figura del novelista al examinar la evolución de un escritor que considera un "intelectual en constante transformación", pionero en ciertos discursos y todavía escrutable.
Más allá de la etiqueta de un narrador castellano y católico, "que lo es, por supuesto", existe un Delibes "en constante transformación, que evoluciona, va creciendo, es diferente según el momento que le toca vivir" y ante el cual va forjando una conciencia que le perfila como un intelectual, "aunque él siempre lo negó".
Así se ha explicado Buckley (Sitges, 1941), en una entrevista con Efe, antes de presentar hoy en Madrid el libro "Miguel Delibes, una conciencia para el nuevo siglo" (Destino), la primera aproximación a la figura del escritor vallisoletano después de su muerte, de la que se cumplirán dos años el 12 de marzo.
Acontecimientos como el Concilio Vaticano II, la denominada Primavera de Praga, el éxodo rural o el férreo control de la prensa con el trasfondo de la dictadura de Franco, a los que asistió como periodista, curtieron a un escritor que respondió desde un compromiso ético e independencia, sin adscripciones ideológicas, hasta hacerlo "diferente en cada momento" respecto al anterior.
En esa libertad individual radica, según Buckley, una de las claves del "gran reconocimiento" que ha tenido siempre Miguel Delibes, tanto desde el ámbito literario y académico, como del popular, entre los lectores.
"No era ni azul ni rojo. Después de participar como voluntario al lado de las tropas sublevadas al comienzo de la Guerra Civil, se desmarcó del régimen en los años 60, aunque no tenía nada de marxista, y desde el punto de vista religioso evolucionó desde un catolicismo tradicional al de los 'cristianos nuevos' del Concilio Vaticano II", ha puesto como ejemplos.
La gente, de ese modo, "se fiaba más de sus opiniones", ha agregado acerca de lo que ha considerado un "caso único" de prestigio entre la clase intelectual y de éxito popular no equiparable al de nadie, al menos en las letras españolas de los años 60 y 70.
En la forja de esa conciencia contribuyeron dos escritores, amigos y compañeros de Delibes en "El Norte de Castilla", como fueron el fallecido José Luis Martín Descalzo y José Jiménez Lozano, ha recordado Buckley, de nacionalidad española y británica merced a su padre, el periodista inglés Henry Buckley, que cubrió en España parte de la Guerra Civil para el rotativo "The Daily Telegraph".
Al analizar la trayectoria del autor de "Las ratas", al que conoció en 1965 con motivo de la tesis doctoral a él dedicada, Ramón Buckley ha encontrado un "antes y un después" en el discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua, en mayo de 1975, al que asistió como invitado.
"Yo estaba allí y desconcertó a todo el mundo. Todos estábamos pendientes, con una sensación de zozobra, de lo que ocurría en la España de esos momentos, y nos habló en clave ecologista de otra gran catástrofe que acechaba a la humanidad: anticipó las consecuencias del cambio climático y del adelgazamiento de la capa de ozono", ha evocado.
Esa reflexión, sin duda imbuida por la condición de biólogo de su primogénito, "provocó un auténtico desconcierto en el régimen de Franco y en los demócratas que luego vendrían porque no era entendible en esos momentos", ha apostillado.
Ramón Buckley, definitivamente asentado en España después de años de docencia en universidades británicas y estadounidenses, opina que la estela del escritor biografiado "todavía no se ha agotado", que existe un "Delibes nuevo" con muchas vetas insinuadas en la gestación de su biblioteca de autores preferidos y en la correspondencia que mantuvo durante su vida.
"Pasó de ser una persona que no sabía nada de literatura -cuando en 1948 ganó el Premio Nadal- a ser un gran lector y a formar una extraordinaria biblioteca en quince o veinte años que aún se puede consultar", ha concluido.
Roberto Jiménez
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