Este artículo se publicó hace 13 años.
Rebelde e indignada antes de la acampada
Conchi Moreno. 49 años. Funcionaria
"Soy muy pasional, una rebelde que cree en la pirámide de abajo arriba, en el poder del ciudadano". Así se define Conchi Moreno, de 49 años, cuyo motivo de indignación nació mucho antes del 15 de mayo. Ella ya colaboraba en un pequeño partido político, formaba parte de una asociación pro igualdad y, desde el 10 de marzo hasta el 22 de julio, fue una de las personas que acamparon en el centro ocupacional Magerit de Madrid para protestar por su cierre, ordenado por el Gobierno de Esperanza Aguirre.
Pero esa no fue la única similitud con el futuro 15-M. Los trabajadores y familiares de los usuarios del centro [Conchi tiene dos hermanos con discapacidad intelectual] también organizaban asambleas y acudían los miércoles a la Puerta del Sol a manifestarse. "Cuando surgió la acampada ellos se unieron a nosotros", explica. "Y cuando el movimiento se extendió a los barrios, nos unimos a la asamblea de Carabanchel", añade. Juntos consiguieron la reubicación de los afectados en un nuevo centro y ahora, asegura, seguirán luchando "para cambiar lo que esté mal en el barrio".
De los encuentros en Sol, Conchi recuerda el momento en el que supo que el 15-M iba en serio: "El día que la Junta Electoral declaró ilegal el asentamiento y, de repente, la plaza se llenó". Y su "espíritu inquieto" le hace ser optimista. "Espero que se convierta en un toque de atención diario a las conciencias de los ciudadanos", concluye.
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