Este artículo se publicó hace 17 años.
El rechazo de la reelección del ministro racista abre una incógnita sobre el futuro del sistema suizo
El rechazo de los legisladores suizos a la reelección del xenófobo ministro Christoph Blocher abre la incógnita sobre el futuro de la "fórmula mágica", un sistema colegiado de gobierno que ha regido al país durante más de setenta años.
De acuerdo con el estereotipo helvético, hoy, a las ocho en punto de la mañana, la ministra cantonal (provincial) Eveline Widmer-Schlumpf, afirmó en el Parlamento suizo que aceptaba ser consejera federal (ministra nacional).
Widmer-Schlumpf "toma" el cargo que, de haber seguido la tradición helvética de mantener en su puesto a los siete miembros del Consejo Federal (gobierno) hasta que ellos se retiran, le hubiera pertenecido a Blocher, polémico ministro de la Policía y la Justicia, que pertenece a su misma formación política.
Hace cuatro años, Blocher, dirigente de la Unión Democrática de Centro (UDC), accedió al cargo siguiendo el mismo método que ahora ha padecido él.
Durante toda la legislatura Blocher propagó sus posiciones de extrema derecha, tachadas de racistas por políticos, entidades sociales e incluso varios relatores de la ONU, en lugar de velar por el consenso político del gobierno colegiado que dirige Suiza.
Por ello, los editoriales y análisis resaltaban hoy que los legisladores no votaron ayer contra un partido -la elección de Widmer-Schlumpf lo confirma- sino contra un hombre y un estilo que los políticos helvéticos no aceptan.
Tanto la derecha como la izquierda elogian a la nueva ministra, a pesar de pertenecer a la UDC, que en las elecciones del 21 de octubre renovó el título de ser el partido más votado del país, con el 28,9 por ciento de los votos.
En su discurso de agradecimiento y aceptación del puesto, Widmer-Schlumpf ha demostrado un nuevo talante ante los legisladores: "Si en el futuro no tenemos la misma opinión, eso es la democracia. Sin embargo os invito a hacerlo siempre con respeto", afirmó.
Medio millar de personas, muchos de ellos militantes de partidos de izquierda y situados en las antípodas de la teórica ideología de la nueva ministra, festejaron a las puertas del Parlamento su elección.
El problema recae en que la cúpula de la UDC amenazó con situarse en la oposición en caso de que Blocher no fuera reelegido, y hoy han cumplido el ultimátum.
Hay que esperar a ver qué va a pasar con Samuel Schimid, el otro ministro que la UDC tiene en el Gobierno, y con Widmer-Schlumpf, aunque muchos auguran que serán expulsados del grupo parlamentario, lo que podría crear una escisión del partido.
"La formula mágica, símbolo del estado moderno, está a punto de hundirse en el abismo", afirmó hoy el redactor jefe de la Tribune de Genève, Pierre Ruetschi, en el editorial del diario.
Y es que si las expulsiones o, al menos, el no reconocimiento de Schmid y Widmer-Schlumpf como miembros de la UDC, se concretan, será la primera vez en más de setenta años que un partido mayoritario no va a formar parte del gobierno colegiado.
Durante 50 años, el Partido Socialista (PS), el Partido Democristiano (PDC) y el Partido Radical (PRD) coparon cada uno dos de los siete puestos del Consejo y la UDC el séptimo restante.
El sistema se quebró en 2003 cuando Blocher desplazó a la ministra democristiana, pero ahora la ruptura podría ser mayor.
A pesar de los malos augurios, algunos analistas destacan que esta crisis también refleja la solidez del sistema helvético y responde a una defensa del régimen colegiado y de consenso recogido en la Constitución.
Widmer-Schlumpf, que fue y sigue siendo la primera y única mujer en el gabinete ministerial del cantón de Grissons, será la tercera fémina en el Ejecutivo federal, algo que no había ocurrido antes en la historia del país.
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