Este artículo se publicó hace 13 años.
Recuerdos de un contador de historias agrias
Gustavo Martín Garzo recuerda a Miguel Delibes
Delibes era un grandísimo escritor, un clásico, y además era un hombre cercano. Un buen vecino". Gustavo Martín Garzo recuerda así al autor de El camino, casi un año y medio después de su muerte.
Sus palabras sobrevuelan por El Escorial, donde se celebra un curso organizado por el catedrático de Literatura Española, José Ignacio Díez, que pretende repasar toda la obra del vallisoletano. "Desde su fallecimiento sólo se han destacado un par de novelas, Cinco horas con Mario y Los santos inocentes, pero Delibes era mucho más. Sobre todo, un escritor al que se sigue leyendo, ya que la mayor parte de sus obras siguen vivas", explica Díez a este periódico.
Díez: «Se enfrentó a la censura. No era conservador a pesar de lo que crean muchos»
Su cercanía, que "nos hablaba del mundo palpable", su poca complacencia y su magnífico uso del castellano son los rasgos más citados de Delibes por los escritores que imparten el curso. Manuel Longares pone como ejemplo Diario de un cazador: "Su uso del lenguaje en esta obra es increíble. Por eso es verdad que hay que considerarlo un clásico", resalta. Tampoco se olvidan de la forma en la que abordaba el universo de la infancia en obras como Las ratas, El camino y El príncipe destronado. "Los niños son los grandes personajes de Delibes, además también señala que esa época va unida al conflicto y al descubrimiento de la muerte", dice Martín Garzo, quien parafrasea la famosa sentencia de Rainer Maria Rilke: "La verdadera patria está en la infancia". Para este escritor, además, deberían recordarse los esfuerzos de Delibes por acercar la literatura a los más pequeños, ya que, según él, se está olvidando el oficio de contar historias a los niños. "Y a ellos es lo que más les gusta. Hay que hablarles", sostiene.
«Los niños son los grandes personajes de Delibes», explica Gustavo Martín Garzo
Los personajes fallecidos eran también una de las obsesiones del autor de La sombra del ciprés es alargada. Todos ellos pululan por sus páginas y no importa su edad. Ahí está el padre muerto del relato La Mortaja. O el niño de Las ratas. "Delibes hablaba de la realidad sin paños calientes. Escribir sobre la muerte era una forma de decir que está ahí, que existe", señala José Ignacio Díez. Su escasa complacencia con lo que le rodeaba le alejaba precisamente de las ideologías conservadoras. Así lo explican los escritores de este curso. "Delibes se enfrentó a la censura. No era conservador, aunque para muchos tenga esa imagen", defiende Díez. Ahora bien, el catedrático saca una sonrisilla malévola cuando se le pregunta por la indignación del escritor: "Sí, tenía su rabia".
Este curso pretende también mantener al escritor en el mapa de las lecturas habituales. Que no le ocurra lo que a Francisco Umbral, quien para Díez, "desde que murió prácticamente ha desaparecido". El pasado mes de marzo ya se creó la Fundación Miguel Delibes y las Obras Completas, editadas por Círculo de Lectores, funcionan a pleno rendimiento. "Por muchos cursos, actos y celebraciones, ese es el mejor homenaje: seguir leyéndole", completa el catedrático.
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