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Un refugio en la costa para los lorquinos

Muchos afectados se han desplazado a la localidad de Águilas

D. A.

La especialidad del chiringuito de la playa de Calabardina, a 45 kilómetros de Lorca, son los calamares a la romana. Ayer, en un día soleado con 25 grados de temperatura, los devoraban decenas de los cerca de 2.000 lorquinos que se han refugiado en esta urbanización del municipio costero de Águilas. 'Tenemos que tratar de relajarnos y esto nos ayuda', explicaba Israel Herrero, financiero de 40 años y padre de dos niños. Águilas es el municipio que más afectados ha recibido. En los últimos días, los damnificados por el terremoto han buscado refugio en sus casas bajas, tras la destrucción de sus domicilios de Lorca o por miedo a que una réplica echase abajo, con ellos dentro, los edificios que han quedado sanos. Cervezas, paellas y chipirones salen de la cocina del chiringuito tan rápido como en un día de verano.

Cerca del 80% de los habitantes que hay esta semana en Calabardina son vecinos de Lorca, que tienen en este pueblo costero su segunda residencia. 'Hace una semana, apenas había 500 personas', explica uno de los camareros. La urbanización es una comunidad de pequeñas residencias veraniegas, tranquila y flanqueada por montañas que salpican el cabo que entra en el mar.

'Tenemos que relajarnos y esto nos ayuda', explica un afectado

En la orilla de la playa, Raúl, de nueve años, juega a levantar montones de arena y a derribarlos al grito '¡Mira! ¡Llega el terremoto!'. 'Son cosas de niños. Los adultos estamos mucho más afectados', justifica su madre, Ana Navarro. Sin clases, algunos menores han tomado la estancia en Calabardina como un anticipo de las vacaciones de verano. Pero otros, como Pedro Alcázar, han quedado traumatizados y se aterrorizan al oír la palabra 'terremoto'. 'Pero lo que más miedo me da son los avisos de réplica que hace la gente', apunta con la cabeza gacha, sentado en el paseomarítimo.

En la casa que tiene Kely Navarro junto a la playa durmieron ayer 15 personas, de seis familias, en camas, colchonetas hinchables o fundas de sofá. Se las arreglaron en tres dormitorios. Su piso en Lorca está inhabitable, según determinaron los técnicos el jueves. Pero ella no esperó el veredicto en Lorca. Cuando dibujaron el círculo rojo (edificio inhabitable) con spray en su fachada, ella llevaba un día en Calabardina. Después del seísmo, salió despavorida, víctima de un ataque de nervios.

Hay niños que simulan el seísmo mientras juegan con la arena de la playa

Entre los amigos a los que Kely dio acogida están Benito Mateo y su mujer. 'Después del terremoto, nos pusimos a llorar como zagales', recuerda este antenista. Su mujer no quiere volver bajo ningún concepto y los niños, de 7 y 11 años y alumnos del colegio Alfonso X El Sabio, están a la espera de las indicaciones que dé la Concejalía de Educación. Algunos centros han dado por concluido el curso, aunque la situación más crítica es para los estudiantes de 2º de Bachillerato, que en un mes tienen que enfrentarse a la selectividad.

A los hijos de María Teresa Martínez, de 24 y 21 años, lo que les preocupa es el empleo. Ella sigue atemorizada por el temblor del seísmo: 'Mi casa en Lorca está habitable, pero es un sexto piso y todavía no se pueden usar los ascensores, por precaución. Aquí estoy más segura. Me da miedo incluso entrar en la ducha, por si vuelve a temblar todo'.

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