Este artículo se publicó hace 17 años.
El régimen birmano pretende recobrar el importante apoyo de los monjes budistas
Bangkok, 8 oct (EFE) - La Junta Militar de Birmania (Myanmar) intenta restablecer sus lazos con el clero budista, espina dorsal de la movilización popular que reprimió a tiros, después de acusar a los monjes de esconder armas en los monasterios.
En un país como Birmania, donde los generales gobiernan por medio del empleo de la fuerza y de las armas y los monjes retienen la autoridad moral, es crucial para el régimen militar tener de su lado al monacato, o al menos a su jerarquía.
Tras varias semanas de tensión entre las dos instituciones, una con cerca de 400.000 monjes y la otra con casi el mismo número de soldados, la Junta Militar que preside el general Than Shwe hace ya gestos para reconciliarse con el clero, que con sus marchas alentó a cientos de miles de birmanos de a pie a manifestarse pacíficamente para pedir libertad y democracia.
En un aparente intento de recobrar la legitimidad que le daba el apoyo del clero budista, los militares birmanos desarrollan ahora la misma estrategia benefactora que siguieron después de la matanza de unos 3.000 activistas demócratas entre agosto y septiembre de 1988.
El diario oficial "Nueva Luz de Myanmar" anunció hoy en su portada que la Junta Militar ha donado unos 8.000 dólares, además de alimentos y medicinas, a unos 50 monasterios del norte de Rangún, escenario de las brutales cargas llevadas a cabo por las fuerzas de seguridad contra monjes y civiles.
Las donaciones fueron entregadas por el general Myint Swe, jefe militar de Rangún, durante actos oficiales a los que asistieron los abades de los monasterios y miembros de la máxima autoridad budista o "Sangha", quienes las aceptaron en calidad de ofrenda hecha por mandos del Ejército, soldados y sus familias, según publicó el órgano de propaganda del régimen.
"El Sangha tiene mucho poder, por eso es importante para el régimen contar con su apoyo ", indicó a Efe Naing Oo, político birmano exiliado en Tailandia.
Los monjes decidieron en septiembre rechazar las ofrendas y donaciones después de que el Gobierno militar se negara a dar una explicación y a pedir excusas por el maltrato de varios religiosos a manos de los soldados.
El boicot nacional se convirtió en un claro desafío a la Junta Militar, cuando la multitud salió a las calles para airear su frustración tras casi dos décadas de régimen y 45 años de dictaduras.
Los monjes birmanos, que a lo largo de la historia del país se han levantado otra veces contra los generales, fueron golpeados, detenidos, expulsados de los monasterios y acusados de esconder en sus recintos pornografía y armas, incluidos 18 cuchillos, una pistola, munición y más de una decena de tirachinas.
En un comentario, el diario empleado por la Junta Militar para hacer llegar sus mensajes a la comunidad internacional, señaló que los detenidos por su relación con las manifestaciones están clasificados como delincuentes, y que si son declarados culpables, serán encarcelados.
Las autoridades militares sostienen que han puesto en libertad a unas 1.600 personas de las cerca de 2.700 detenidas, entre ellas 573 monjes, que fueron arrestadas durante las protestas del pasado 26 y 27 de septiembre, y los días posteriores.
Según la versión oficial, diez personas murieron por disparos o a golpes, pero fuentes de los grupos antigubernamentales estiman que la cifra de víctimas mortales de la represión se eleva a más de dos centenares.
También el régimen militar, por medio de otro comentario publicado por el mismo diario oficial, advirtió de que no cederá a las demandas hechas por los manifestantes, incluida la puesta en libertad de la Nobel de la Paz y líder de la Liga Nacional por la Democracia (LND), Aung San Suu Kyi, sometida a arresto domiciliario desde junio de 2003.
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