Este artículo se publicó hace 15 años.
Rehabilitar es mejor que demoler, según los arquitectos Lacaton y Vassal
En busca de "un máximo" de confort, de espacio y posibilidades, con "un mínimo" de medios, los arquitectos Lacaton y Vassal, Gran Premio Nacional francés de Arquitectura 2008, defienden la rehabilitación, en detrimento de demoliciones costosas e innecesarias.
"El balance demolición-reconstrucción no es económico en absoluto", subraya en una entrevista con EFE la arquitecta Anne Lacaton, quien hace 20 años abrió junto con su colega y compañero Philippe Vassal una vía modélica y sostenible de su arte, en busca del máximo equilibrio con el entorno.
Los también Premio Innovación, Hábitat y Desarrollo Sostenible 2006 de la Villa de Madrid han firmado obras tan celebres y a veces polémicas, como la Escuela de Arquitectura de Nantes (2008), o la espectacular -entre otras razones por su simplicidad- rehabilitación del Palacio de Tokio de París (2000).
El reconocimiento nacional e internacional se debe a sus proyectos de rehabilitación y a sus creaciones arquitectónicas, como la casa Latapie, en Floirac (suroeste de Francia, 1991) o el Hall del Parque de Exposiciones Paris-Nord Villiente, (2006).
En todos ellos la noción de economía es un pilar fundamental "quienquiera que sea el propietario, el Estado, un individuo o un grupo de copropietarios", resalta Lacaton, consciente de la originalidad de esta premisa, en apariencia evidente y poco poética, al otro extremo de ambiciones monumentales y esteticistas.
"Si hay que trabajar un inmueble de manera muy pesada, agujerearlo en el medio, cambiarle la forma, seguro que es muy caro y resulta más económico construir uno nuevo", pero ¿es realmente importante, necesario, o al menos interesante, intervenir de esa manera?, se pregunta.
Profesora en la Escuela de Arquitectura de Madrid, Lacaton subraya que antes de demoler y proyectar una reconstrucción "es importante hacer un balance comparativo, mirar esas cosas, porque todo el mundo dice lo contrario, pero nadie lo ha verificado".
Ellos sí, de hecho, el rigor ético de sus realizaciones les ha dado tanta fama como el de sus no realizaciones.
Sabido es que no abundan arquitectos con carta blanca para remodelar, por ejemplo, una plaza en Burdeos (suroeste de Francia), que se limiten a proponer mínimos cambios de jardinería urbana.
La rehabilitación de la Tour Bois-Le-Prêtre (2007), construida en la década de los 60, es otras de sus llamativas intervenciones, al transformar unos pisos baratos de un mal envejecido rascacielos en casi pequeñas villas ajardinadas.
Ante un inmueble de este tipo, como los que tanto abundan en Europa, "no se puede considerar que está mal y que hay que comenzar todo de nuevo, porque eso es un error. Se confunde la noción de estética y la noción de inteligencia", destaca Lacaton desde su luminoso taller del distrito XX de París.
"Hoy sabemos que la ciudad tiene que desarrollarse sobre sí misma" y que estos inmuebles, que ya no son de buena calidad y no responden al espacio a habitar deseado ni a la normativa contemporánea, "se pueden poner al día", pues presentan una base suficiente para apoyarse en ella y continuar, asegura.
Luego es un trabajo "de precisión, de exactitud, que hay que hacer con el cliente, con el propietario, con el habitante" y que presupone "que no estamos interesados en primer lugar en la forma" por muy agradable que sea.
"Nosotros nos situamos siempre dentro, en el espacio, en el edificio, y consideramos que la fachada, la forma, es consecuencia de la calidad que hemos querido dar al interior y de las relaciones que deben establecerse con el exterior, con el contexto", matiza.
María Luisa Gaspar
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