Este artículo se publicó hace 14 años.
Los restos mortales del último Izquierdo reposan ya en el cementerio de Badajoz
Los restos mortales de Antonio Izquierdo, de 72 años, único superviviente de los hermanos que protagonizaron la matanza de Puerto Hurraco (Badajoz), reposan desde este mediodía en una sepultura en tierra del cementerio de San Juan, de Badajoz, al no haberse hecho cargo nadie de su entierro.
El entierro de Antonio Izquierdo, que se suicidó el pasado sábado en la cárcel de Badajoz, donde estaba interno, se ha celebrado con la única presencia de empleados de la funeraria, trabajadores municipales del cementerio y una veintena de periodistas.
Según ha explicado el responsable de Funeraria Extremeña, Antonio Hernández, la decisión de enterrarlo en Badajoz se ha tomado por su proximidad al lugar del fallecimiento y ha sido tomada por la dirección de la cárcel de Badajoz, que es la que se ha hecho cargo del cadáver
Antonio Izquierdo se ahorcó en su celda de la prisión de Badajoz cuando aún le faltaban cinco años de condena por cumplir por la masacre.
Los funcionarios de la cárcel encontraron el cadáver del interno mientras hacían una ronda y avisaron inmediatamente a los servicios médicos, que sólo pudieron certificar su muerte.
El pasado sábado era el día que Antonio Izquierdo, que cumplía una condena de 25 años, hubiera quedado en libertad si no se le hubiese aplicado la "doctrina Parot" -que aplica los beneficios penitenciarios sucesivamente a cada condena y no sobre el máximo de 30 años de cumplimiento- por lo que aún le restaban cinco años de pena por cumplir.
El recluso, que se encontraba interno en el módulo de enfermería debido a su delicado estado de salud, había mostrado su malestar por la aplicación de esta doctrina, según han detallado las fuentes consultadas.
Izquierdo fue condenado el 25 de enero de 1994 por la Audiencia de Badajoz junto a su hermano Emilio -que murió de un infarto en la prisión de Badajoz en 2006-, a una pena de 344 años de cárcel cada uno por la matanza de Puerto Hurraco, una condena que fue confirmada por el Tribunal Supremo en abril de ese año.
Ambos hermanos, que habían compartido celda, se encontraban muy unidos y apenas se relacionaban con otros internos, un comportamiento que mantuvo Antonio tras la muerte de Emilio.
Los dos habían ingresado inicialmente en la prisión de Badajoz, pero el rechazo de los otros internos provocó su traslado al centro penitenciario cordobés, en el que permanecieron hasta agosto de 1994, cuando fueron llevados al de Almería hasta que fueron devueltos finalmente a la cárcel pacense a petición propia.
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