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El retorno de la revista "más audaz"

Una exposición en Madrid recorre los 37 años de historia de esta publicación de humor

ALEJANDRO TORRÚS

Cuenta la leyenda que La Codorniz intentó abrir un número con un parte meteorológico en el que podía leerse: 'Reina un fresco general procedente de Galicia', en clara alusión al general Franco, por aquel entonces jefe de Estado y de Gobierno. Sin embargo, esa portada nunca vio la luz. Eran tiempos de censura. Tampoco se sabe si La Codorniz planteó esta portada o fue fruto de la imaginación popular.

El 8 de junio de 1941 nació el semanario La Codorniz. Una revista de humor innovador, surrealista y absurdo que desconcertó a todos. Desconcertó porque sus dos primeros directores, Miguel Mihura, fundador, y Álvaro de Laiglesia, que se mantuvo 33 años al frente, habían estado ligados a Falange y porque su subdirector, Fernando Perdiguero, había sido condenado a muerte por el régimen por sus simpatías con la República, aunque la pena quedó conmutada por 15 años de prisión.

Con esta mezcla explosiva en su dirección, nadie sabía a quién disparaba La Codorniz, que se definía como 'La revista más audaz para el lector más inteligente'. Aunque número a número, hasta alcanzar las 1.898 ediciones en sus 37 años de historia, lo dejó bastante claro. Sus tiros eran simple y llanamente humor. Y estaban dirigidos a todos, sin distinción de color político. De sus páginas salieron brillantes humoristas como Gila, Rafael Azcona, Antonio Fraguas (Forges), Máximo o Andrés Rábago (El Roto).

Para revisar el recorrido de esta publicación, el Museo de la Ciudad de Madrid acoge la exposición La Codorniz 1941 - 1978, que podrá ser visitada hasta el 15 de abril de 2012. Esta muestra rinde tributo a tres personajes a los que 'la historia' no les ha dejado en el lugar que 'se merecen', según Felipe Hernández, comisario de la exposición. Se trata de Enrique Herreros, el hombre de la 'mirada cervantina', que firmó 800 portadas; Álvaro de Laiglesia, el 'eterno director' hasta que el patrón de la revista, el conde de Godó, le obligó a dimitir acosado por los censores; y Fernando Perdiguero, el 'único capaz de poner orden' en un mundo de fantasía e ingenio.

Tras la muerte de Franco en 1975, la revista perdió fuelle y sus juicios crípticos de la sociedad española quedaron relegados por otras publicaciones nacidas en la democracia. 'Esta exposición tiene la aspiración de que el público que la leyó reviva ahora, con la suficiente distancia, lo que fuimos durante varias décadas', concluye Belén Martínez, directora general de archivos, museos y bibliotecas del Ayuntamiento de Madrid.

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