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Ribéry y Villa, los penúltimos rebeldes

Algunos jugadores obligan a sus clubes a traspasarles

H. JIMÉNEZ


Rebeldía es el acto por el que un futbolista se enfrenta a su club hasta que consigue cambiar de aires. Sucede cuando el jugador quiere vestir otra camiseta o, las menos veces, si está a disgusto. Se pueden esgrimir mil razones más, pero el trasfondo siempre es económico. El que se va es para ganar más dinero.

Como todos los veranos, los rebeldes han comenzado a florecer. En algunos casos, como el de Ribéry, con virulencia. Llegadas con retraso a las concentraciones, lesiones misteriosas o palabras fuera de lugar suelen ser los síntomas más característicos de este virus estival.

Desde que el Bayern de Múnich regresó a los entrenamientos, a comienzos de julio, Ribéry no ha dejado de sufrir misteriosos problemas físicos. El francés padece todo tipo de males desde que el club alemán se niega a negociar con el Real Madrid su traspaso. El galo llegó hace tiempo a un acuerdo con el club español, pero el Bayern no cede a las presiones de su jugador, al que tasó recientemente en más de 80 millones de euros. El caso promete alargarse hasta finales de agosto, cuando se cierra el mercado. 'Ribéry se queda y nadie nos presionará', afirmó rotundo ayer Uli Hoeness, director general del club bávaro.

El del francés no es ni será el único caso actual. Sin ir más lejos, en España hay dos que seguramente desembocarán también en bronca. El primero y más famoso, el de Villa. El delantero prefirió ir de cara con el Valencia y le solicitó al presidente, Vicente Soriano, que facilitara su salida. Sin embargo, el club le declaró el lunes intransferible o, lo que es lo mismo, no negocia por debajo de 50 millones. Ayer mismo Joan Laporta, presidente del Barça, principal interesado en fichar al asturiano, se negó a pagar esa cifra: 'No estiraremos más el brazo que la manga'. ¿Hasta cuándo aguantará El Guaje sin forzar la situación?

El que ya lo ha hecho es el brasileño Filipe Luis. El lateral del Deportivo quiere irse al Barça y el lunes se negó a posar junto a sus compañeros en la primera foto de la temporada. El martes su agente llegó a La Coruña para negociar con Lendoiro.

'Los jugadores siempre juegan donde quieren jugar'. La frase, un latiguillo habitual de Enrique Cerezo, presidente del Atlético, describe con cruda frialdad la actitud de no pocos futbolistas. Makelele, en 2003, y Robinho (2008), por ejemplo, abandonaron el Madrid con destino al Chelsea y Manchester City respectivamente argumentando que no se sentían valorados. Ronaldo se marchó del Barça al Inter (1997) tras declarar públicamente que quería 'jugar en Italia'.

Wenger sólo dejó salir a Reyes del Arsenal (2006) tras asegurar que no volvería a Inglaterra. Maniche (2008) fue traspasado del Dínamo de Moscú al Chelsea (2005) tras ausentarse de los entrenamientos. El Tottenham vendió a Berbatov (2008) al United después de que Juande le apartara 'por su desgana'. No siempre da resultado. Ayala siguió en el Valencia (2006) pese a que presionó para irse al Madrid. Al año siguiente acabó en el Zaragoza (2007). D

 

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