Este artículo se publicó hace 17 años.
Ricardo Piglia asegura que "vivimos con la idea de que no podemos conocernos, pero sí narrarnos"
El escritor argentino Ricardo Piglia, que acaba de publicar en España "Prisión perpetua", ha dicho en Barcelona que "vivimos con la idea de que no podemos conocernos, pero sí narrarnos".
Sobre esa idea de "la problemática de la recomposición de la propia persona" giran las dos novelas cortas que integran el volumen, "Prisión perpetua", que da nombre al conjunto, y "Encuentro en Saint Nazaire".
Al hilo de esta reflexión Piglia sugiere otra idea: "Quizá es loco aquel que no puede narrar su propia vida, que vive en la fragmentación".
El resto de los mortales, añade, son todos "expertos en la narración, aunque luego el resultado sea más o menos acertado, pero la práctica de narrar es central en nuestras vidas, es un punto de conexión entre todos nosotros".
En última instancia, considera el autor de "Plata quemada", estamos ante "la tensión entre vida y literatura", como queda plasmado en la gran obra en lengua castellana, el Quijote.
Detrás de "Prisión perpetua" (Editorial Anagrama) se encuentra un trabajo sordo, pero eficaz, el diario que Piglia comenzó a escribir en 1957 con 16 años, a raíz de la caída del peronismo, que obligó a su familia a dejar su Adrogué natal en una especie de "exilio interior".
Piglia relee a menudo esos diarios que aún continúa escribiendo, "en momentos de melancolía" o en otras ocasiones, "buscando cosas que sabía que había escrito y que podría utilizar en algún libro, como ese encuentro ficticio en Praga entre Kafka y Hitler".
Precisamente, el escritor argentino piensa que, como Kafka, el gran maestro del género del diario, "sólo quien escribe un diario puede leer los diarios que hacen otros".
Piglia ha anunciado su intención de publicar esos diarios que escribe desde hace cincuenta años y quizá, apunta, "la mejor manera sería atribuyéndolos a Emilio Renzi", su alter ego, "a la manera de Stendhal o también de Pessoa".
Para publicar esos diarios, señala Piglia, es necesaria una selección, más que una censura, con un criterio claro, que "el interés del lector trascienda al personaje, es decir, que lo que se explica en el marco general sea más interesante que lo que le sucede al protagonista".
Según Piglia, "lo más importante en la literatura es que la voz sea convincente. El estilo es secundario".
La intención del escritor es ponerse en la edición de esos diarios una vez que concluya la novela en la que está trabajando en la actualidad y el número de páginas se situaría en la extensión de "El oficio de vivir", de Cesare Pavese, una suerte de libro de cabecera que le ha acompañado siempre.
Piglia se declara un admirador del Scott Fitzgerald de "El gran Gatsby", con un protagonista que intenta cambiar el pasado, pero también le entusiasma como lector aquellos relatos en los que el narrador cuenta una historia que no es la suya, como pasa, por ejemplo en "El corazón de las tinieblas".
Las dos historias que componen "Prisión perpetua" fueron escritas en 1988 y con motivo de la presente edición española el propio Piglia ha sido el primer sorprendido al descubrir que se trata de "relatos gemelos".
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