Este artículo se publicó hace 17 años.
Los ricos también lloran en California
Gran parte de los damnificados por los incendios que aún asuelan California son personas de alto nivel adquisitivo, que construyeron sus casas en lugares con vistas espectaculares sin pensar en que un día podría llegar el fuego.
Las víctimas de esta tragedia contrastan con las del huracán Katrina hace dos años, cuando fueron los pobres, incapaces de salir de Nueva Orleans, los que más sufrieron.
En esta ocasión abundan las casas calcinadas donde existieron todo tipo de comodidades.
Ese es el caso de las mansiones, de un valor que superaba varios millones de dólares, reducidas a restos ennegrecidos que permanecen como una sombra abandonada en el barrio de Highland Hill, en Ramona, unos 60 kilómetros al noreste de San Diego.
Es un lugar encaramado entre lomas con vistas al valle y a las laderas jalonadas de bolas de granito. La palidez de la piedra hoy resalta más sobre el suelo oscuro, donde quedan los esqueletos negro de algunos arbustos y pequeños tocones de lo que fueron troncos de chaparros.
Es la huella de "Witch", el mayor incendio de todos, que no está controlado todavía.
Los dueños de las viviendas aún no hayan visto la devastación, ya que la policía mantiene el municipio cerrado a los residentes, al carecer de servicio de agua y existir fallas en el tendido de luz.
Según los expertos, no es casualidad que ardan las casas de los ricos. "La gente que se lo puede permitir, suele construir en los límites de las áreas naturales, con las vistas más bonitas, y para tener menos vecinos", dijo el biólogo David Hogan.
"Pero es más arriesgado. Muchos han abierto claros y construido en la cima de los cerros. Es como vivir encima de una chimenea", añadió.
Dos de las siete víctimas de los incendios murieron calcinadas por quedarse en su casa, edificadas en la parte superior de una ladera de Poway, otra localidad víctima de "Witch".
En el cercano Rancho Bernardo las autoridades ya han permitido la vuelta de los habitantes. Se trata de una ciudad de clase media-alta, con muchas casas unifamiliares amplias de dos pisos y extensos jardines.
Una de ellas era la de Jay Jeffcoat, un abogado del bufete internacional DLA Piper con importantes conexiones políticas, quien estaba fuera de la ciudad junto con su esposa Kendra cuando se declararon los incendios el domingo.
Ayer les visitó el presidente de EEUU, George W. Bush, que inspeccionó desde un helicóptero y en tierra los daños en Rancho Bernardo.
Cuando se fue, el matrimonio Jeffcoat continuó rebuscando entre los restos de ladrillo, metal y madera los objetos de su existencia.
En Rancho Bernardo han ardido unas 500 viviendas, casi un tercio de las 1.600 que han sido destruidas en total.
Encima de un monte en Rancho Santa Fe ardió completamente la mansión de más de 900 metros cuadrados del millonario Bob Jaffe, aunque su Porsche se salvó.
Las llamas han alcanzado también otros municipios de alto nivel, como Lake Arrowhead, una zona boscosa con muchas viviendas de vacaciones.
En Malibu, el municipio en las cercanías de Los Angeles con más estrellas de Hollywood, se evacuaron los centros de rehabilitación donde los famosos se tratan sus adicciones.
"Da mucho miedo. Yo vivo en Malibu también, así que me preocupan mis vecinos", ha dicho la actriz Halle Berry en Londres, donde promueve una película con un título irónico: "Las cosas que perdimos en el fuego".
Las estadísticas también muestran que las víctimas de esta tragedia son muy diferentes de las del huracán Katrina.
En el Condado de San Diego, el más afectado por los incendios, la tasa de pobreza es del 9 por ciento, frente al 28 por ciento de la ciudad de Nueva Orleans, según la Oficina del Censo.
Además, tan sólo un 5 por ciento de los hogares no poseen automóvil, mientras que en Nueva Orleans carecen de él un 27 por ciento, lo que impidió a muchos salir de la ciudad.
Además, los incendios han afectado a las zonas periféricas de Los Angeles y San Diego, donde residen personas de mayor nivel económico. En el centro de esas localidades, como de Nueva Orleans, viven los pobres.
Y la pobreza, en Estados Unidos, aún está vinculada al color de la piel y al origen. En el condado de San Diego un 66 por ciento de la población es blanca y un 22 por ciento hispana.
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