Este artículo se publicó hace 15 años.
Lo robé porque era mío
Fèlix Millet sabía perfectamente que delinquía. Pero, de algún modo, trató de convencerse de que lo que hacía era poco más que meter la mano en el bolso de su madre. Miguel Ángel Soria, profesor de Psicología Jurídica y Criminal de la Universidad de Barcelona, explica que es probable que el ex mandatario del Orfeó Català viviera un proceso que se da "a menudo" en los delitos económicos.
"No tenía premuras económicas importantes, no se había arruinado. Puede que acabara pensando que aquello era suyo, por el mucho tiempo que estuvo y por la relación de su familia con la institución", explica Soria. "Esto pudo ser para él una especie de justificación psicológica: mi familia lo ha hecho todo, yo he dado mi tiempo y los recursos llegan a la entidad gracias a mis contactos". En efecto, Lluís Millet, tío abuelo del ya ex presidente, fue quien fundó el Orfeó en 1891. Y su padre también lo presidió durante 16 años.
Sin un perfil determinadoEste especialista recuerda que "cualquier persona" puede cometer un delito y que en el caso de las estafas no existe un perfil determinado de delincuente. Sin embargo, Soria indica que hay dos circunstancias muy características en toda la trama del Palau: el prestigio y los fuertes nexos de unión existentes entre los implicados. "Se trata de un grupo muy cerrado en sí mismo, en el que muchos entraban por una cuestión de reconocimiento social y se establecían muchos nexos de unión; en otras tramas, la relación personal no cuenta tanto", explica. Esta relación era importante porque sólo así se entiende que el escándalo tardara tanto en conocerse. "Estos delitos aparecen si alguien de estos núcleos los denuncia, pero denunciar no es una opción cuando lo que se obtiene en este círculo es, sobre todo, prestigio", explica.
En este sentido, cabe recordar que las investigaciones se iniciaron a consecuencia de una denuncia anónima. Sería, probablemente, de alguien que no se conformó con que el Palau fuera una propiedad más de Millet o a quien, para quedarse tranquilo, no le bastaba un buen balance.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.