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Rolando Villazón vuelve más rico y pleno con "Cielo y mar", su nuevo disco

EFE

"El guerrero que regresa después de haber perdido un par de batallas es, seguramente, un luchador más rico en su interior". Así define el tenor mexicano Rolando Villazón, pleno y lleno de energía, su vuelta después de un parón profesional y existencial de varios meses.

"Me encuentro justo donde quisiera estar a los 36 años. Muy contento, muy feliz de haber pasado por un periodo difícil y de haber tenido que detenerme en la carrera, de haberme topado con límites, de haberme estrellado y de haber tenido que reconstruir mi relación con mi voz", ha afirmado el cantante en una entrevista con EFE, con motivo del lanzamiento el 11 de marzo de su nuevo disco, "Cielo y mar", editado por Deutsche Grammophon y cuya presentación internacional tiene lugar estos días en Madrid.

El título del disco es algo más que el nombre de una las arias incluidas; es, según sus palabras, "la apertura, la línea del horizonte donde se besan los imposibles", una declaración de intenciones que se ve plasmada también en las fotografías que acompañan la edición discográfica.

"Cuando hicimos la sesión fotográfica en una playa de Barcelona, empezamos con mi traje y la típica pose de tenor... con el mar rugiendo detrás de mí, me quité los zapatos para sentir la arena, y fui metiéndome en el agua, paso a paso.... al final, estas fotos son más yo; ya no hay un personaje, ni un modelo de tenor; soy Rolando Villazón presentándose a sí mismo y presentando su disco. Reflejan lo que yo quiero mostrar con este disco", explica.

"Cielo y mar" es un viaje desde el belcanto al verismo, pasando por Verdi, a través de arias de amor de Donizetti y Ponchieli, entre otros, poco conocidas y escogidas de forma "intuitiva" por el cantante, nacido en Ciudad de México en 1972 y ganador en 1999 el Concurso Operalia organizado por Plácido Domingo.

En una sincera conversación, en la que cita constantemente a pintores, escritores y figuras literarias, como Unamuno o Thomas Man e incluso el Quijote, el tenor confirma su fama de intenso y pasional, aunque revela un profundo amor a la vida y al canto.

No se arrepiente de haberse entregado al cien por cien, ni de haber corrido riesgos andando sobre el trapecio sin red, porque "el dolor nos hace reconocer la vida como tal". "Siempre me ven riendo... pero detrás de eso, está el que reflexiona, el que llora, el que se atormenta... Este ha sido también un parón existencial, porque mi voz es mi alma gritando, es mi manera de expresión", observa.

Y no sólo cantar, también interpretar personajes. "Ahora tengo que hacer lo necesario para poder darlo todo en el escenario", comenta un artista que ha formado una tórrida y recordada pareja interpretativa con la soprano rusa Anna Netrebko, y que ahora ha espaciado más las funciones, se toma su tiempo para la promoción y sabe que tiene que manejar la energía en el escenario, como el maestro Plácido Domingo.

Precisamente, a Plácido Domingo y a Josep Carreras los sitúa en el "olimpo" de la ópera, donde no valen atajos, ni el sueño efímero de la fama de la portada de una revista o de la televisión.

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