Este artículo se publicó hace 16 años.
Saatchi presenta el nuevo arte chino: entre el pop irónico y madame Tussaud
El coleccionista Charles Saatchi ha apostado por el nuevo arte chino para la impresionante galería que inaugura esta semana en un histórico edificio del barrio londinense de Chelsea, arte que, a juzgar por las obras reunidas, oscila entre el pop irónico y el mundo de figuras de cera de madame Tussaud.
El arte "made in China" no se limita ya a los grotescos autorretratos carcajeantes de Ye Minjun, aunque hay también alguna muestra de ellos en la colección del hombre que lanzó al mercado internacional el llamado BritArt de los Damien Hirst, Tracey Emin o los hermanos Chapman.
El conocido crítico británico Waldemar Januzczak califica el nuevo arte chino de "espantoso", y este calificativo no debe parecerle ofensivo a un hombre como el publicitario Saatchi, acostumbrado tanto a generar polémica como a marcar tendencias en el mercado del arte, pues ha incluido esa crítica en la carpeta que se entrega a la prensa.
De lo que no cabe duda es de que en muchas de las obras expuestas se nota la fuerte influencia de los artistas occidentales del pasado siglo: desde los hermanos Chapman hasta Ron Mueck, pasando por Andy Warhol, Duane Hanson o el italiano Maurizio Cattelan.
Algunas de las esculturas e instalaciones son impactantes, como la que representa a un grupo de ancianos barbudos de tamaño natural, hechos de gel de silicona, u otros tantos muñecos que giran continuamente en otros cochecillos de ruedas con motor eléctrico que chocan entre sí una y otra vez.
Algunos de esos ancianos con aire de momia, en el umbral de la muerte si es que no lo han traspasado ya, llevan uniforme, otros van de paisano o van tocados con una "cufia" como la del difunto líder palestino Yaser Arafat, e incluso hay entre ellos un pope ortodoxo.
Otra instalación hiperrealista y, si cabe, más deprimente consiste en varias esculturas de jóvenes totalmente desnudos y colgados del techo por los tobillos o las rodillas: representan a trabajadores de la construcción chinos llegados del campo y cada uno de ellos con un número y una inscripción tatuados en la espalda.
De la misma pareja de artistas -Sun Yuan y Peng Yu- que creó la instalación de los viejos en sillas de ruedas es otra figura que representa a un ángel anciano con alas velludas que parece haberse estrellado contra el suelo.
Hay también una escultura gigante de mujer desnuda con las piernas bien abiertas y unos ojos como alucinados y una figura masculina de tamaño natural que representa a un chamán con los brazos extendidos y lamiendo el suelo con la lengua.
Uno de los motivos preferidos del arte chino son sin duda las variaciones irónicas en torno al Gran Timonel, y así en una de las obras de Shi Xinning puede verse a un Mao sonriente sentado en una terraza junto al canal de Venecia y a una mujer tendida en traje de baño que, según el título de la obra, resulta ser Peggy Guggenheim.
En otros lienzos aparece Mao durante una sesión del comité de actividades antiamericanas del senador McCarthy o sentado junto a Churchill, Stalin y Roosevelt en la famosa conferencia de Yalta, a la que, como bien sabemos, el líder chino nunca asistió.
En otra de las salas puede verse una gran cabeza gigante segmentada a la altura de la nariz, obra de Zhang Huan, en la que el artista utiliza, entre otros materiales, ceniza de incienso quemado en los templos, material que emplea también en sus impresionantes pinturas en blanco y negro.
Del mismo Zhan Huan, uno de los artistas más interesantes de los reunidos por Saatchi, es la obra titulada "Burro", una escultura cinética en la que una especie de burro disecado parece trepar por una reproducción en miniatura de la famosa torre Jin Mao, que era hasta hace poco el edificio más alto de China.
Si hemos de juzgar por la influencia que Saatchi ha ejercido hasta ahora en el mercado internacional del arte, las obras de algunos de los artistas chinos de distintas generaciones que ha reunido para su nueva galería darán mucho que hablar próximamente.
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