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La salida de Kosovo une de nuevo a la oposición

Zapatero esgrima la presencia en el G-20 como prueba de 'buen hacer y credibilidad'

G. LÓPEZ ALBA / L. CALVO

Chaparrón de críticas. Los grupos parlamentarios de la oposición compitieron ayer en calificativos para denostar el anuncio de la retirada de Kosovo, por la forma, por el fondo o por ambas cosas.

En una sesión en la que volvieron a ponerse de manifiesto las dificultades derivadas de gobernar en minoría sin el paraguas de un socio estable, el presidente del Gobierno tuvo que emplearse a fondo y recurrir a una variada panoplia de argumentos –no siempre vinculados al asunto objeto de la polémica– para defender su “buen hacer” y “la credibilidad” exterior de España.

Ante la tormenta desatada desde que la ministra de Defensa hizo el anuncio, el contenido del último Consejo Europeo sobre la crisis económica –objeto formal del debate convocado en el Pleno del Congreso– se vio relegado a un plano secundario, no en el tiempo que ocupó, pero sí en la intensidad. Abrió el fuego el líder del PP y lo secundaron, con distinto tono y argumentos, CiU, PNV, ERC, IU y BNG, que confluyeron en la censura a “la improvisación” y la tendencia a los “golpes de efecto”.

A pesar de que reconoció explícitamente su “alegría” por la retirada de las tropas, que el PP venía reclamando desde la proclamación de la independencia de Kosovo, Mariano Rajoy acusó a José Luis Rodríguez Zapatero de “despilfarrar nuestra imagen en el mundo y dilapidar todo el capital político que España disfrutaba en Europa”. A la ministra de Defensa le reprochó realizar esfuerzos “patéticos” para “salir en el telediario”. Y concluyó que todo ha sido “un monumento a la descoordinación”, que ha convertido al Gobierno español en un socio “poco fiable” a los ojos del mundo.

Zapatero acudió pertrechado para responder a lo que, en su opinión, se ha sobredimensionado hasta alcanzar dimensiones de “enorme disparate”. Intentó deslegitimar las críticas de Rajoy con el recuerdo de su pertenencia a un Gobierno que tuvo como hitos de su política exterior la guerra de Irak y “la surrealista hazaña de Perejil”. Además, se mostró convencido de que “no va a haber ninguna consecuencia” para las relaciones con EEUU ni con los aliados europeos.

Como pruebas “contundentes e inequívocas” de “la credibilidad, confianza y lealtad” que genera su Gobierno, subrayó “los hechos” de la presencia en el G-20, la participación en el Foro de Estabilidad Financiera, la consolidación de la Alianza de las Civilizaciones, la elección de Barcelona como sede de la Unión para el Mediterráneo y hasta la designación de Felipe González al frente del grupo de sabios que reflexiona sobre el futuro de la UE.

Nada de esto convenció a Rajoy ni al resto de la oposición. “Irak no justifica el despropósito de Kosovo”, le replicó Josep Antoni Duran Lleida (CiU), que calificó la retirada de “precipitada”, si bien confesó que tampoco comparte “la cuestión de fondo”.

Josu Erkoreka no se reprimió en dar rienda suelta al despecho del PNV con Zapatero: “A nosotros, la chapucera gestión del Gobierno ni nos ha sorprendido ni nos ha decepcionado. Conocíamos el gusto que tiene por la improvisación y en mi grupo sabemos de sobra qué poco fiable es este Gobierno”.

Tampoco se quedó atrás Joan Ridao, a pesar del principio de reconciliación entre ERC y PSOE. Desde una perspectiva distinta, ya que su partido defiende el reconocimiento de Kosovo, dijo a Zapatero que lo ocurrido “demuestra que usted no tiene política exterior”.

En tono menos agrio se pronunciaron Francisco Jorquera (BNG) y Gaspar Llamazares (IU), que apreciaron también errores en las formas, pero sobre todo mostraron inquietud porque se quiera compensar con un incremento de tropas en Afganistán.

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