Este artículo se publicó hace 12 años.
Sánchez-Garnica homenajea a Miguel Hernández y los perdedores de la guerra en "Las tres heridas"
Cuando Paloma Sánchez-Garnica empezó a escribir su última novela, ambientada en la Guerra Civil, no tenía claro el título, pero la lectura de unas biografías de Miguel Hernández la convencieron de que su poema "Las tres heridas" resumía a la perfección la historia que ella quería contar.
"No se puede decir tanto con tan pocas palabras y con tanto sentimiento", asegura la escritora madrileña sobre el poema de Miguel Hernández tantas veces interpretado por Joan Manuel Serrat, y añade que "Las tres heridas" resume perfectamente "lo que es la guerra".
Es por ello que Sánchez-Garnica afirma sin dudar que la novela es "un homenaje" no sólo al poeta de Orihuela (Alicante), sino a "tantos que, como él, perdieron -subraya- todo su futuro, que se malogró por esa terrible guerra".
La autora de otras novelas históricas como "El gran arcano", "La brisa de Oriente" o "El alma de las piedras", todas ellas ambientadas en la Edad Media, continúa en su nueva novela con el género histórico, aunque en esta ocasión ha querido centrarla en el siglo XX y en concreto en la Guerra Civil, un periodo en el que le apetecía aventurarse literariamente.
En ella, su principal "temor" era ser "no objetiva, porque eso es algo muy difícil -dice-, pero sí honesta" con los hechos que quería narrar, algo que cree que ha logrado y con lo que estima que ha aprendido mucho, al lograr ponerse "en la piel del otro".
"Las tres heridas" (Planeta) se inicia con el encuentro casual por parte de Ernesto, un escritor siempre a la búsqueda de su gran obra, de una antigua caja de latón con el retrato de una joven pareja y unas cartas de amor.
Las indagaciones de Ernesto en la historia de esta pareja a raíz de los datos que obtiene de las cartas y de la fotografía, tomada el día que empezaba la Guerra Civil, le ayudarán a escribir su gran novela a la vez que se convierte en testigo de las heridas dejadas por la vida, la muerte y el amor.
Una anécdota que le pasó al suegro de la escritora, de Móstoles (Madrid), y sus peripecias en la guerra da pie al primer capítulo del libro, al ser esta "la única referencia testimonial" que Sánchez-Garnica ha tenido de primera mano de la Guerra Civil, porque aunque su padre estuvo en la División Azul, "nunca habló de ello", quizá, apunta, porque murió con 57 años "y no le dio tiempo a envejecer" y contar sus aventuras.
La novela se adentra en las vidas "malogradas" por culpa del conflicto bélico, y en la misma se hace un retrato preciso de la evolución, antes y después del mismo, de los numerosos personajes que pueblan sus páginas.
La escritora apuesta por "cerrar las heridas" que la guerra causó, aunque a ello -asegura- no ayuda ni "la izquierda revanchista" que "parece que quiere volver a vivir el conflicto", ni la "derecha mal ventilada a la que le horroriza hablar de los crímenes que se cometieron".
Para cerrar heridas, lo mejor -afirma- es "hablar de ello" y no ocultar los hechos que sucedieron, aunque reconoce que con la guerra para muchos "se acabó la dignidad".
A partir de entonces, la dignidad "quedó sólo para unos pocos, los mismos que se creyeron legitimados a castigar a quienes consideraban causantes de todos los males, que eran todos, según ellos, porque en España todo el mundo pasó a ser sospechoso a partir de abril de 1939", concluye.
Concha Carrón
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